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::: Dorotatxu :::

cap. I.3 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

cap. I.3 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Hoy -que es la festividad de la Santísima Trinidad- coincide precisamente con la explicación que le da la abuela a la niñita de cómo interpretar este Misterio. Veamos cómo se desenvuelve su conversación….

Pues…

… Hemos pintado un molinillo porque no hubiéramos podido representar a Señor Dios, a Imagen y a Don de otro modo, laztana...

o ¿Y por qué no hubiéramos podido?

No hubiéramos podido porque Señor Dios, Imagen y Don son tres realidades espirituales…

… y lo que sucede, es que las realidades espirituales no tienen cuerpo...

o ¿¿Qué no tiene cuerpo??

No, chiquita,

... no lo tienen...

Verás:

Con ellas pasa lo mismo que con el contenido de un globito de gas en el que hiciéramos un agujerito…

¿Sabes tú lo que sucedería con el contenido de un globito de gas en el que hiciéramos un agujerito?

o No…

Pues, lo que sucedería, es que el gas se escaparía por ese agujerito y tendería a ocuparlo todo…

Entonces ya no lo veríamos, ¿no crees?…

Y,

… si no pudiéramos verlo,

... ¿cómo sabríamos la forma que tiene para poder dibujarlo?...

o ¡Pues es verdad, amama!

Sí, chiquitina…

¡si que lo es!...

Ésa es la razón por la que hemos utilizado los colores de nuestro molinillo para representar a Señor Dios, Imagen y Don...

Y ése es el modo también en el que podrás comprender que,

… del mismo modo que el azul, el amarillo y el rojo, siendo colores diferentes, estaban en el color blanco, y eran el color blanco…

… así también Señor Dios, Imagen y Don, siendo los tres diferentes, los tres están en el Amor, y los tres son el Amor…

Son…

… ¡el Amor de Señor Dios!…

Verás...

Señor Dios es la forma de ser del Amor...

o ¿Y cómo es el Amor, amama?

Pues…

el Amor es ilimitado, chiquita, como ilimitado es también Señor Dios...

Claro que…

por ser Señor Dios como es, es por lo que podrá hacer las cosas como las hace, ¿no crees?

o Sí, amama, ¡con su Don!

Así es, chiquitina...

... las hace con su poder, con su Don...

o ¿Y quién es Don?...

Pues…

… Don es la forma de actuar del Amor...

o ¿Y cómo actúa, amama?...

Pues…

el Amor actúa ilimitadamente, como ilimitadamente actúa también Señor Dios...

o ¿E Imagen?...

Imagen es la forma de darse a conocer del Amor, chiquitilla...

o ¿Y cómo lo hace?

Pues…

… El Amor se da a conocer por sus actos, que también son ilimitados, como ilimitada es la ternura de Señor Dios...

Como ves,

… siempre que hablamos de Señor Dios, de Imagen y de Don, estamos hablando del Amor..

o Si…

Pero al mismo tiempo,

… siempre que hablamos del Amor estamos hablando de Señor Dios...

o ¡Pero éso es muy raro, ¿verdad?!...

No tanto, chiquitina...

¡Verás como en cuanto te lo explique lo entiendes muy bien!…

Dime tú una cosita…

Si yo hablo de la maravillosa niñita que tú eres,

... de tu forma de actuar y de comportarte,

... o de lo que de ti sabemos por esas cositas tan ingeniosas que se te ocurren, con las que tanto disfrutas, y que tanto nos dicen de ti...

… ¿a quién dirías tú que me refiero?

o Pues a mí, ¿no, amama?

Así es, Dorota…

… me estoy refiriendo a tí…

Porque todas esas cositas que yo digo constituyen tu personalidad,

… y aunque no podamos verlas con nuestros ojos como lo hacemos con tus manitas o con tu carita,

… también ellas forman parte de ti y nos dicen lo que tú eres, de modo que sin conocerlas no podríamos saber realmente quién eres tú, ¿no crees?...

o Eso sí…

Bueno, ¡pues eso mismo sucede con el Amor y con Señor Dios!…

o ¿Y qué es lo que sucede?...

Pues…

Lo que sucede es…

… que sólo tras conocer el Amor podemos saber realmente quién es Señor Dios…

o ¿Y por qué dices eso, amama?...

Pues…

… porque Señor Dios es aquello que es el Amor,

y porque el Amor, chiquita mía, ¡es la personalidad de Señor Dios!…

o ¡Pero tú habías dicho que Señor Dios era una persona!...

Y lo es, querida…

… ¡una persona muy especial!…

© Reservados todos los derechos 2006

 

POR QUÉ NOSOTROS NO

A un año vista, bueno es que hagamos una reflexión en conjunto para poner de manifiesto que nuestro blog no pretende ser un blog sensacionalista, sino un vínculo de unión y un espacio de comunicación en el que un@s y otr@s nos sintamos cómod@s compartiendo y profundizando en una común apetencia cual es el conocimiento de Dios.

 

Las cosas así, y aunque en ocasiones podamos plantearnos o incluso criticar alguna intervención de representantes significativos de la Iglesia –por no decir de nosotros mismos- lo haremos desde la plena consciencia de nuestra pertenencia a la misma.

 

Somos cristianos “por la Gracia de Dios”.

 

Es el Espíritu de Dios que habita en nosotros precisamente el que nos constituye como Iglesia, tanto al Vicario de Cristo como al más reciente de los bautizados.

 

Vamos a decir por tanto, que todos “tenemos derecho” a ser Iglesia y que “tenemos deber” de modo concomitante, de ejercer como Ella.

 

Pero sabemos también que la Iglesia tiene una realidad temporal y que como tal precisa ser gobernada, una misión que se les encomienda -en principio y de entre todos sus miembros- a las personas más capacitadas.

 

Algunas de sus decisiones pueden ser conflictivas. Otras, incluso penosas. Pero aunque en realidad no tengamos ninguna garantía de acierto en la toma de decisiones, sabemos que incluso con ellas, incluso gracias a ellas, incluso a pesar de ellas o incluso después de que las mismas puedan ser superadas, la Iglesia sigue avanzando a través de los siglos pues es el Espíritu de Dios quien la anima y vivifica, y quien genera en los cristianos -ante determinados problemas- renovadas propuestas de solución.

 

Algunas de las soluciones están ensayadas, y otras no.

 

En el primero de los casos podríamos situar el planteamiento que nos hacía Martika el otro día, y en el segundo el que nos hacía Joaquim.

 

Ambos tenían que ver con decisiones tomadas en torno a la administración del Sacramento de la Eucaristía: en el primer caso, relacionándolo con la necesidad o no de uniformizar el atuendo de l@s comulgantes, y en el segundo, con el hecho de habérsele suministrado la Comunión a una persona significativa de una concepción política determinada manifiestamente proclive al aborto.

 

La manera correcta de interpretar ambas situaciones nos la planteaba Gorka97 en el mismo artículo. “Los Sacramentos son para las personas” –nos decía- “y no las personas para los Sacramentos”.

 

Lo que realmente importa para la recepción de un Sacramento, es el conocimiento adecuado de lo que representa y la disposición interior. Poco importan los atuendos o las componendas. No seremos nosotros por tanto quienes juzguemos al Sr. Giuliani por haberse acercado a recibir la Eucaristía, ni tampoco al Sacerdote que se la haya suministrado si únicamente estaba considerando su disposición interior.

 

Podemos juzgar sin embargo el hecho como escandaloso, pero por otros motivos. Parece ser que no se respetó un acuerdo anterior que podía haber  evitado el escándalo, pero no es de eso de lo que quería hablaros yo.

 

La cuestión es que –según dicen quienes la responsabilidad ostentan- “con el cargo” viene “la carga”.  

 

Pero aparte de lo que de carga la responsabilidad supone, tal vez esa carga se vea gravada en ocasiones por nuestra ligereza, que es precisamente lo que mediante este artículo pretendíamos denunciar.

 

Hablaríamos de juicios de valor formulados sin la suficiente mesura, y que propalaran de un modo indiscreto una determinada situación.

 

Pero si decimos “de un modo indiscreto”, no es porque creamos que las cosas no deban saberse, sino porque creemos que las cosas de la Iglesia realmente han de saberse tal y como son,

  • han de ser transmitidas con las dosis de sensatez y de tacto suficientes,
  • con un espíritu constructivo,
  • y siempre con la debida delicadeza a la vista de su condición.

 En resumidas cuentas: hemos de hablar de la Iglesia desde el amor.

Como si de nuestra propia familia se tratara.

Reconociendo sus defectos, pero confiando y favoreciendo siempre su renovada re-conversión.

 

Esto es, al menos, lo que con nuestro blog pretendemos, y eso es también lo que, a mi modo de ver vamos consiguiendo, gracias a vuestra colaboración y con la sustentación de nuestras razones…  

DIOS y LAS MATEMÁTICAS

 El pasado 17 de marzo, la “John Templeton Fundation” anunció en una rueda de prensa desde el Church Center de la O.N.U. el nombre del premiado 2008, el polaco Michael Heller (filósofo, matemático, astrofísico y sacerdote).

Ordenado sacerdote en 1959, el P. Michael Heller desempeña a la par de su ministerio pastoral, la labor como docente de filosofía en la Pontificia Academia de Teología de Cracovia desde 1985.

Ha sido profesor visitante en el Instituto de Astrofísica y Geofísica de la Universidad Católica de Lovaina, y ha impartido cursos en el Instituto de Astrofísica de la Universidad de Oxford, así como en el Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Leicester.

Desde 1986 colabora también con el Observatorio Vaticano en Castel Gandolfo donde conoció a los renombrados jesuítas George Coyne y William Stroeger, junto a los cuales ha publicado algunos ensayos.

El P. Heller, de 72 años (Tarnow, Polonia, 12 de Marzo de 1936) cuenta con una prolífica obra que incluye una treintena de libros, la mayoría en polaco y unos pocos en inglés.

Pero más que a la trayectoria o al conjunto general de su amplia obra, la Fundación ha querido centrar el reconocimiento en un punto más concreto del discurso intelectual del P. Heller.

Ese motivo lo ha resumido la misma Fundación en la interrogante "¿Necesita una causa el universo?". En buena medida, la concesión del premio estuvo motivada por los agudos enfoques y los conceptos originalmente desarrollados por el P. Heller sobre la causalidad y el origen del universo con su clara vinculación teísta.

Este hecho ha quedado remarcado en la declaración que el mismo P. Heller hizo recientemente y que resume parte de su pensamiento.  

"... Siempre quise hacer las cosas más importantes. ¿Y qué puede ser más importante que la ciencia y la religión?... La ciencia nos brinda el conocimiento, y la religión nos da el significado, y ambas son prerrequisitos de una existencia decente. Y la paradoja es que esos dos grandes valores parecen siempre estar en conflicto. A menudo  me preguntan ""¿Cómo puedo reconciliarlas""?...

Y cuando tal pregunta me es formulada por un científico o un filósofo, invariablemente me pregunto: ¿cómo es posible que personas bien educadas estén tan ciegas como para no ver que la ciencia no hace más que explorar la creación de Dios?..."

El P. Heller parece admitir el enfoque de la metafísica tomista clásica que exige, para la explicación del universo, una causa primera no creada y necesaria identificándola con Dios, ya que el mundo no puede atribuirse la necesidad. Siendo así, sólo Dios puede ser entendido como esa primera causa, fundamento del ser y único ser  necesario.

Esto se evidencia al repasar una reciente declaración a la prensa:

"Al contemplar el universo se impone una pregunta: ¿necesita el universo tener una causa?... Es claro que las explicaciones causales son una parte vital del método científico. Variados procesos en el universo pueden ser expuestos como una sucesión de estados, de tal manera que el estado precedente es causa del que le sucede.

Si observamos con más profundidad estos procesos, vemos que hay siempre una ley dinámica que perscribe cómo un estado debe producir el otro. Pero las leyes dinámicas se expresan en forma de ecuaciones matemáticas, y si preguntamos acerca de las causas del universo, deberíamos preguntar acerca de la causa de las leyes matemáticas.

Al hacerlo así, nos situamos en el gran plan maestro de Dios al pensar el universo. Al hacerlo, nos encontramos ante la pregunta de la causalidad definitiva: ¿Por qué existe algo en lugar de no existir nada?

Al hacer esta pregunta, nosotros no estamos preguntando por una causa como todas las otras causas. Nosotros estamos preguntando por la raíz de todas las posibles causas. La ciencia no es sino el esfuerzo colectivo de la mente humana para leer la mente de Dios desde las preguntas de las cuales nosotros y el mundoo parecemos estar hechos"

Interesantes reflexiones, ¿no creéis?...

Como siempre os digo, tal vez vosotros tengáis algo que opinar.

16ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Martika. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios

capítulo I.2 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.2 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Si lo recordáis, nuestro texto anterior terminaba cuando la niñita le preguntaba a su abuela cómo eran “exactamente” Señor Dios, Imagen y Don. ¡Veamos ahora cómo sigue su conversación!...

 

Pues verás, bonita...

... ¡Vamos a hacer un dibujito para que lo entiendas mejor!...

¿Recuerdas aquel molinillo de viento que te compré el verano pasado?...

o Sí, amama

¿Sí?...

… ¡Pues trata de dibujarlo, y mientras tú lo dibujas yo haré uno con estos pedacitos de cartulina!...

o ¿Así está bien, amama?...

Sí, chatilla,

... ¡muy, muy bien!...

o ¿Lo pintamos ahora?

Si tú quieres…

o ¿Y de qué color?...

Pues mira:

... ¡vamos a pintar un lado de cada color!...

El lado de arriba lo pintaremos de azul, ¿te parece bien?...

… y ahí pondremos el cielo, lo que no pesa...

o Sí, amama…

Bueno…

… ¡pues ese será el color de El Señor Dios!…

El lado izquierdo lo pintaremos de amarillo, ¿sí?...

… y ahí vamos a poner todo lo que tiene luz, ¡todo lo que podemos ver!...

o ¡Vale!...

Bien…

… ¡pues ese será el color de Imagen!…

Y el de la derecha, de rojo...

o ¿De rojo?

Sí, bonita, de rojo…

En el rojo pondremos aquello que hace que las cosas se muevan, ¿estás de acuerdo?...

… la fuerza, la energía...

o Sí, amama: ¡el rojo me gusta!

Está bien…

… ¡entonces el rojo será la imagen de Don!...

o ¿Y de qué color le pongo el centro, amama?...

Pues...

… ¡Ponle una perlita blanca, mi amor!…

Yo creo que será lo mejor,

… porque como El Señor Dios es tan bueno...

o ¡Vale!...

o ¡Ya está, amama!, ¿te gusta?...

¡Está ideal, chiquita!...

... ¡hay que ver cuánto me ayudas!...

Pero ahora vamos a hacer una cosita, ¡verás!...

Yo voy a sujetar el molinillo por atrás y le voy a dar unas cuantas vueltitas a ver qué pasa...

... ¡así!...

¿Cómo lo ves ahora?...

… ¿No da igual en qué lugar esté cada color?...

o ¡Es verdad, amama!...

¿Y si le damos vueltas muy, muy rápido?...

o ¡Amama!...

o … ¡pero si es una rueda blanca y ya no se distinguen los colores!...

Así es, bonita:

... ¡sólo se ve el blanco!...

o ¿Y por qué sólo se ve el blanco?...

Pues…

Sólo se ve el blanco, porque el azul, el amarillo y el rojo son los colores básicos, chiquitina...

o ¿Y eso qué importa?

Pues eso importa mucho, corazón…

… porque esos tres colores juntos, que es como los vemos cuando se mueven muy rápidamente las aspas de nuestro molinillo…

… ¡los tres están en el color blanco, y los tres son el color blanco!…

Pero importa mucho también…

… porque es de una fuente de luz blanca precisamente de donde proceden el resto de los clores…

o ¿De verdad, amama?

Sí, bonita…

… ¡de verdad!...

o ¡Qué guay!...

¿Te gusta?...

Pues me alegro mucho, tesoro...

... ¡porque así son El Señor Dios, Imagen y Don!...

o Pero ellos no son un molinillo, ¿verdad, amama?...

Pues claro que no, chiquitilla...

… ¡El Señor Dios, Imagen y Don son el Amor!…

o ¿Entonces por qué hemos pintado un molinillo?...

© Reservados todos los derechos 2006 .

 

VIGILIA DE PENTECOSTÉS

Transcribimos hoy la interesante homilía que nos remite un amigo, el P. Larrazkueta, S.J. correspondiente a la Vigilia de Pentecostés. Las lecturas son las del ciclo A: Ezequiel 37, 1-14; Romanos 8, 22-27 y Juan 7, 37-39, y el contenido de la homilía es el siguiente:

““Siempre que la Iglesia, antes de una fiesta, pone una vigilia en su liturgia, es señal inequívoca de que esa fiesta es importante, y esto es lo que sucede con la fiesta de Pentecostés.

La fiesta de Pentecostés que celebramos mañana, tiene tanta importancia litúrgica que la Iglesia la hace preceder de una misa de vigilia propia y especial.

Pentecostés es el punto final de la Pascua: es la culminación del Misterio Pascual.

Hace unos días celebramos la fiesta de la Ascensión, una fiesta perfectamente consecuente con la Encarnación, donde se nos decía que Jesús es verdadero hombre. Como verdadero hombre, su presencia física entre nosotros no podía prolongarse en forma indefinida, y por eso físicamente nos dejó el día de la Ascensión.

Pero la Encarnación también nos dice que Jesús es verdadero Dios, y como verdadero Dios nos había prometido “no os dejaré huérfanos”, “yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”, y así tenía que ser porque Jesús de Nazaret –verdadero Dios- es el Cristo válido para todos los hombres de todos los tiempos.

Y en su ausencia, encarga a los discípulos una misión: la de ser sus continuadores, la de ser su presencia física en el mundo para todos los hombres, la de llenar el hueco que Él deja el día de la Ascensión.

“Id y predicad el Evangelio a toda criatura”

Y para que puedan cumplir con este mandato les envía su Espíritu: el Espíritu que será su “presencia”, el Espíritu que hará con los Apóstoles el papel que hizo Jesús: el mismo que Él hacía cuando estaba físicamente entre ellos.

Esta es la fiesta que hoy celebramos, el envío del Espíritu de Jesús, el nacimiento de la Iglesia: Iglesia como presencia de Jesús en el mundo, e Iglesia vivificada por la presencia del Espíritu.

Espíritu que es el único capaz de llenar la ausencia del Jesús físico. Espíritu que es el alma, la vida de la Iglesia en el mundo y la presencia de Jesús de Nazaret cuando Jesús ya no está entre nosotros.

¿Cómo es, cómo actúa el Espíritu en el mundo, en la Iglesia?

La primera lectura nos narra una de las páginas, a mi gusto, más bellas de todo el Antiguo Testamento.

Se trata de una imagen plenamente poética: Dios toma al Profeta y lo saca a un descampado para que, con perspectiva, contemple la situación del Pueblo de Israel –un pueblo deshecho espiritual y materialmente, roto y sin ilusión para seguir viviendo y cuyos miembros son esos huesos secos y sin vida desparramados por el campo-. Un pueblo sin vida y sin ilusión, sin ganas de seguir viendo…

Algo parecido a lo que hoy puede ser nuestra situación en el mundo en que estamos, en la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Un mundo de injusticias y guerras, de odios y violencias donde los hombres no tenemos de humanos más que el nombre y donde los hombres rivalizamos en poder demostrar quién es más cruel.

Y sobre ese mundo, sobre esa sociedad –como sobre el Pueblo de Israel- Dios derrama su Espíritu que nos vivifica, que nos recrea, y que nos da ilusión y esperanza para encontrar sentido a la vida y para que nos volvamos a poner otra vez en marcha.

Un Espíritu que nos abre a la Esperanza (segunda lectura), que viene en nuestra ayuda, que apoya nuestra debilidad, que alienta nuestro cansancio…

Este es el Espíritu que hoy derrama Jesús sobre nosotros: el Agua Viva (tercera lectura) que sacia nuestra sed de justicia y fraternidad, nuestra ansia de paz y de concordia.

El Espíritu que preside nuestras reuniones en el altar, que nos da valor para luchar, consuelo en las penas, perdón a nuestros pecados, alimento con la Palabra del Evangelio, fuerza en la Eucaristía…

El Espíritu que es el Padre de los pobres, de los que sufren y de los olvidados, de los que lloran y los hambrientos…

El Espíritu que alimenta nuestra esperanza en el más allá.

A ese Espíritu vamos a presentar nuestras peticiones:

Por la Iglesia, para que sea dócil a lo que Él quiera de ella. Para que sea valiente para extender su mensaje de salvación a los hombres.

Por nosotros, para que derrame sus dones de paz, amor, concordia, reconciliación, alegría… tan necesarios en estos tiempos de odio, tristeza, guerra, violencia…

A este Señor le decimos:

“Derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra, y no dejes de realizar hoy en el corazón de tus fieles, aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica”

Que así sea””

Sirva la transcripción de esta homilía (de alto contenido teológico a mi modo de ver) para darle la bienvenida al P. Larrazkueta entre nosotros. Quiera Dios que en un futuro próximo podamos seguir contando con su colaboración.

TODOS TENEMOS UN COMIENZO

En palabras de S. Juan, os diré que en nuestra vida aún no se ha manifestado lo que seremos, puesto que –esto lo añado yo- la vida no se nos da por lo que somos, sino para que seamos, y para que seamos –concretamente- viviendo y vividos por Dios.

Porque la Vida vive en nosotros, nosotros vivimos y estamos vivos.

Somos seres abiertos además a la transcendencia, lo cual presupone –si no lo impedimos- la posibilidad de que Dios habite en nuestra alma, y la posibilidad de actuar nuestras capacidades, siendo por ende actuados por Dios.

Pero aunque es éste el motivo fundamental de nuestra argumentación, no es de esto de lo que vamos a hablar hoy, sino de la interrupción voluntaria mediada nuestra intervención, de la acción de la Vida sobre un ser llamado a ser, lo cual no es otra cosa que la práctica de un aborto.

La cuestión no es cuándo nosotros decidimos que un embrión o un feto es un ser humano, ni si lo es o no lo es porque nosotros lo convengamos: la cuestión es que desde el momento de la concepción esa criatura es ya un ser vivo, con todas sus potencialidades y debidamente actuado por una Vida que le transciende, que sobre él inhiere, y que es y procede únicamente de Dios.

Hay un libro muy interesante de la Dra. Natalia López Moratalla, Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada, Doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad de Navarra, y Catedrática de Bioquímica desde 1981 en esta Facultad. Se llama “Los quince primeros días de una vida humana” y constituye un relato de lo que se sabe científicamente sobre la historia de los primeros momentos de la vida de un embrión humano en marcha y en diálogo molecular con la madre. Nos descubre cómo el cigoto se convierte en embrión: un conjunto perfectamente ordenado de células que crecen, se diferencian y transmiten unas a otras informaciones precisas.

Yo entresacaré algunos párrafos de este texto, para intentar expresar hasta qué punto nuestra vida es un proceso que tuvo un origen, en el transcurso del cual nos realizamos y perpetuamos nuestra especie, y que tendrá también una transformación final.

Dice la Dra. López Moratalla lo siguiente:

“Desde los más antiguos tiempos los hombres se han planteado cuestiones nucleares acerca de los seres vivos: ¿cómo surgen?, ¿por qué hasta el más insignificante viviente es capaz de engendrar otro igual a él, mientras que el más maravilloso de los diamantes jamás hará que los átomos de carbono se combinen para dar su réplica?, ¿cómo consigue llegar a ser planta o animal una semilla o un huevo fecundado? ¿por qué todo lo que tiene vida muere?. En la segunda mitad del siglo XIX la ciencia biológica comenzó a comprender la lógica de los seres vivos. Y más tarde, fue posible dar razón de esta lógica de la vida al explicar los procesos vitales en términos de estructura de biomoléculas, entidades capaces de organizarse en complejos supramoleculares –células, órganos, tejidos, sistemas y organismos- precisamente por las propiedades que les confiere su peculiar estructura.

Actualmente la Biología ha alcanzado una comprensión aún más clara de los procesos vitales, entendiéndola como una cooperación dinámica de genes y medio, que da lugar a la expresión regulada de los genes durante la constitución y desarrollo de un nuevo ser. Cada ser vivo tiene una vida suya y propia, con un inicio y un final, y un desarrollo temporal en el que se completa, crece, se adapta a diversas circunstancias y transmite la vida.

Desde esta perspectiva, el inicio de la vida de un individuo se puede definir como un proceso constitutivo,

·         con un comienzo neto;

·         el posterior desarrollo, como un proceso consecutivo de construcción, con crecimiento, maduración y envejecimiento;

·         y la muerte natural, como un final también neto del proceso.

A lo largo de la vida del individuo, éste sin estar prefigurado ni estrictamente determinado por la dotación genética recibida de los progenitores, mantiene gracias a ella su identidad biológica, al tiempo que durante su desarrollo va recibiendo nueva información que proviene del medio. De este modo, la interacción de los componentes del medio interno y externo, y el soporte material de la información genética –la secuencia de nucleótidos del polímero DNA- cambia constantemente a lo largo de la vida del individuo, y con ello, a su vez, el estado del viviente mismo.

Así, cuando hablamos del desarrollo de un embrión a partir de una única célula, decimos que éste puede dividirse en varias etapas:

·         La fecundación conlleva la fusión de un espermatozoide y un óvulo, y la organización celular polarizada de la célula resultante para dar el cigoto.

·         Inmediatamente después de la constitución del cigoto comienzan las divisiones celulares, que dan lugar a células con una altísima especificidad para organizarse como individuo.

·         Estas células aún poco diferenciadas (como son las presentes en el embrión en estado de mórula) se organizan en el estadio de blástula.

·         Posteriormente tiene lugar un acontecimiento importante que es la gastrulación: un movimiento organizado de capas celulares para generar tres estratos de células que son progenitoras de todos los tejidos y órganos, incluidas las células germinales, precursoras de los gametos.

·         Cada estrato o línea de células va siguiendo una vía que conducirá a su especialización, y al mismo tiempo hace crecer al embrión por la división de las células que lo componen.

·         Después del nacimiento, el organismo seguirá creciendo y manteniendo y regenerando las células a lo largo de toda su vida.”

Hasta aquí las palabras de la Dra. López Moratalla. Ya me diréis si con su utilización he cumplido con lo pretendido.

Como veis, estamos hablando de un proceso animado, y, como ella nos dice, un embrión tiene la vida en sí; una vida susceptible de desarrollo…

… como lo es la nuestra en cada momento...

Pienso que el no impedirlo, es precisamente nuestra responsabilidad.

15ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Joaquim. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios