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capítulo I.6 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.6 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Le pregunta Dorotatxu a su abuela si Señor Dios tenía una Señora Dios… Vamos a ver ahora lo que ella le contesta:

 

o       ¡Pero el Señor Dios no tenía una Señora Dios!...

Claro que no, “pillina”...

... a El no le hacía falta...

 

Imagen procedía del querer y del poder de El Señor Dios...

 

o       ¿Y por qué no nació normal, amama?

Bueno, sí que lo hizo,

... si consideramos la especial forma de ser, de actuar y de comunicarse de El Señor Dios, chiquitina...

 

Verás:

Es al transmitirles la vida cuando los papás comunican a sus hijitos una forma de ser, una forma de actuar y una forma de relacionarse como la suya...

 

Y es esa forma de ser, de actuar y de compartirse que los papás y las mamás transmiten a sus hijitos,

... la que hace que los hijos de los gatitos sean y se comporten como gatitos,

... los de los perros como perritos,

... o los niñitos como personas…

 

El Señor Dios también compartió con Imagen una forma de ser, una forma de actuar y una forma de relacionarse como la suya, y por eso decimos que Imagen es igual que El Señor Dios...

 

Ese fue el primero de los motivos por los que El Señor Dios le puso su nombre, ¿lo recuerdas?...

o       Sí.

¿Y recuerdas el otro también?...

o       No…

 

Pues el segundo de los motivos era,

... que como Imagen era la voluntad de El Señor Dios hecha realidad, y además tenía el Don,

... Él era también el modo en que las cosas que El Señor Dios imaginaba se hacían realidad...

o       Sí…

 

Pues bien...

Un buen día El Señor Dios decidió compartir su Amor con todos nosotros…

 

Y como Imagen era la voluntad de El Señor Dios hecha realidad,

... y también el modo en que se hacían realidad para nosotros los deseos de El Señor Dios…

o       ¿Qué, amama?…

 

Pues que sucedió que, conforme a su voluntad,

... El Señor Dios nos regaló su Amor en Imagen,

... regalándonos al hacerlo la vida con su Don…

 

Entonces verás:

 

Los niños nacen,

... porque contando con lo que sus aitatxus y sus amatxus son,

... y contando también con el amor que se tienen entre los dos, El Señor Dios les regala la vida...

 

o       ¿Y los aitás y las amás no hacen nada, amama?...

Sí, bonita...

 

Los aitatxus y las amatxus,

... queriéndose mucho,

... colaboran con el Amor de El Señor Dios...

o       Ah…

 

(…)

 

¡Bueno!.

Ya sabes cómo nacen los niños, y muchos animalitos más...

 

Otros, y también las plantas, aunque no tengan una amá y un aitá, también reciben de El Señor Dios el ser y la vida para que puedan de ese modo manifestar en ellos la Gloria de El Señor Dios, pero de eso luego hablaremos...

 

Vamos a dejarlo aquí para empezar ahora con el juego, ¿te parece bien?...

o     Sí, amama

© Reservados todos los derechos 2006

 

 

capítulo I.5 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.5 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Vamos a saber un poquito más de cuanto le contaba la abuela a su nietita. Ella quería saber por qué su amama sabía todas esas cosas, y esto es lo que la abuela le contesta…

o ¡Amama¡...

Dime, Dorotatxu...

o ¿Y tú lo sabes todo sobre el Señor Dios?

¡Desde luego que no, chiquitina!...

o ¿Y qué no sabes?...

Pues, por ejemplo...

... no sé cómo, de entre todos los niños del mundo, me han ido a tocar precisamente a mí los más maravillosos...

o ¡Eso lo se yo, amama¡...

¡¿Qué tú lo sabes?!

o … Será porque el Señor Dios es muy bueno, ¿no?...

Sí, bonita...

Será por eso, y porque me mira con los ojos de Su Amor…

(…)

o Amama, ¿y es verdad que yo me parezco mucho a ti?...

Sí, Dorota,

... tú te pareces mucho a mí...

o ¿Y que tú me pusiste mi nombre?

Así es…

... ¡yo te puse tu nombre!...

o ¡Pero es muy raro!, ¿no?...

¿Tú crees?....

... a mí me parece precioso...

¿Me dejas que te explique por qué te lo puse?

o Sí...

Pues verás…

Tu nombre en castellano significa regalo de Dios (Dorotea), y adoración (Teodora)...

... Y te puse ese nombre porque en cuanto te ví comprendí que tú eras para mí un regalito de El Señor Dios, y en aquel mismo momento le di gracias por tenerte...

o ¿Y por qué le diste gracias?

Pues…

… porque fue el conocerte, el apreciar todo lo que tú eres y todo lo bueno de que eres capaz, lo que me sirvió para darme cuenta de lo que es la Gloria de El Señor Dios, ¿me comprendes?

o No, amama...

Sí, bonita...

Lo que quiero decir es que tú eres un poquito de los ojos del amor para mí...

... de cómo me mira El Señor Dios a mí,

... de cómo te miro yo a ti,

... y de cómo, a través de ti, he de mirar yo a El Señor Dios...

… ¿Porque a que tú también sabes muchas cositas, eres muy generosa y le quieres mucho a tu perrito?...

o Sí…

Bueno…

Pues eso te pasa,

… porque te pareces un poquito a El Señor Dios,

… porque tú también puedes imaginar lo que tu perrito necesita,

… y porque para eso, y para hacerlo realidad, tú también tienes un poquito de su Don...

o ¡¡¡¿De verdad, amama?!!!

Por supuesto que sí, muñequilla:

… ¡El mismo Señor Dios te lo ha dado!...

(…)

o ¡Dime más, amama!...

Pues verás...

Antes hemos estado hablando del Principito, ¿verdad?...

… de cómo él veía su rosa como la más bonita del mundo porque la veía con los ojos de su amor…

o Sí…

Y decíamos que eso pasaba porque él la cuidaba dedicándole todo su amor, ¿no es así?....

o Sí...

También decíamos que así miraba El Señor Dios, ¿lo recuerdas?…

o Sí, amama, también…

Bueno…

… pero a ver si sabes decirme por qué...

o ¿Porque El Señor Dios es muy bueno?

Sí bonita...

… Porque El Señor Dios es muy bueno y por eso nos quiere...

Porque El Señor Dios es totalmente bueno y sólo hacía cosas buenas tuvo a Imagen, su Hijo…

... pero nosotros también procedemos de su Amor y queremos un poquito así, sólo que como no podemos hacer las cosas tan sólo con desearlas como las hace El Señor Dios,

… necesitamos que haya una amá y un aitá para comunicar nuestro amor…

o Yo eso no entiendo, amama…

Sí, bonita, verás…

(…)

Tú te acuerdas de tu aitite?

o Sí, amama, me acuerdo muchas veces…

o … ¡pero él está en el cielo!…

Sí, sí, cariño,

… pero verás lo que te quiero decir…

Aitite y yo también nos mirábamos con los ojos del amor y nos queríamos mucho...

Nos queríamos mucho, y los dos nos dábamos todo nuestro amor,

... aitite a mí, y yo a aitite...

Fuimos muy felices...

Nos queríamos tanto el uno al otro, que llegamos a ser los dos uno, y de nuestro amor nació tu amatxu, ¿me comprendes?...

(…)

o ¡Amama!, ¿por qué cuando te ríes arrugas la nariz?

¿Lo hago?,

... ¡pues es sin darme cuenta!...

(…)

o ...¿O sea que porque tú y aitite os queríais mucho nació la amá, amama?

¡Sí, bonita!...

o ¿Y yo también nací así?

¡Por supuesto que sí, cariño!

o ¿ Y también Imagen nació así?.

Sí, chiquita, sí...

... Imagen también procedía del Amor de El Señor Dios...

o ¡Pero el Señor Dios no tenía una Señora Dios!...

© Reservados todos los derechos 2006

 

capítulo I.4 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.4 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

 Se extrañaba Dorotatxu de que Señor Dios fuera tan especial... Su amama le había dicho que era una persona, pero...

Y lo es, querida…

… una persona muy especial…

¿No sabes tú que una persona es una persona porque tiene una naturaleza espiritual?...

o No…

Pues así es…

El Señor Dios, Imagen y Don la tienen, y por eso son también seres personales…

¿Pero a que tu perrito no es una persona?...

... ¿y una nube?,

... ¿o ese tiesto?...

o No, amama, todas esas cosas no son personas, ¡pero yo sí!…

Pues claro que sí, Dorotatxu...

Tú eres una “personilla” porque tienes un alma,

... y precisamente porque esa almita tuya es espiritual, tú eres tan lista y tan buena…

o ¿Pero El Señor Dios no tiene ojos, amama?

No, chiquita, no los tiene...

…Él lo ve todo con los ojos del Amor...

o ¿Y eso qué es?...

Te lo explicaré...

¿Recuerdas, cuando te leía El Principito, de aquella rosa que él cuidaba tanto en su planeta y que a él le parecía la más bonita del mundo?...

o Sí…

Bueno,

… pues eso era porque El Principito miraba su rosa con los ojos de su amor.

Él la veía tan bella, porque la cuidaba y le daba todo su amor...

o ¿Y el Señor Dios mira así, amama?

Sí, bonita,

... así mira el Señor Dios...

o ¡Pero nosotros no le vemos a Él!...

Si, querida...

... También nosotros podemos verle, si lo hacemos con los ojos de nuestro amor, como el Principito.

o ¿Y El Señor Dios no tiene manos?...

No, bonita, no las tiene…

… ¿no te he dicho que podía hacer todas las cosas tan sólo con proponérselo?...

o ¡Ah, sí!, ¡qué “guay”, amama¡...

¿Te parece divertido?...

… ¿Seguimos, entonces?...

o Sí...

Está bien, pero antes vamos a merendar...

¡Lávate un poco las manitas!, ¿quieres?

o Vale...

o ¡Amama!...

¡Amama¡, ¡amama¡...

... ¡vas a quitarme el nombre¡...

o Amama¡...

Dime, bonita...

o ¿Has hecho tarta de manzana?...

¡Pues claro que sí, muñequilla!,

… ¿no ves que venías tú?...

Aunque aún le queda un poquito para que la hagamos juntas...

Mira:

Tú tendrás que ponerle las rodajitas de manzana,

... cuidarlas en el horno,

... y, cuando estén doraditas, echarles por encima la mermelada de albaricoque...

o ¿Y por qué te sale tan bien la tarta de manzana, amama?...

Querrás decir por qué nos sale tan bien...

o Bueno, ¡eso!

Pues verás...

Nos sale tan bien primero porque sabemos cómo hacerla,

... después porque la hacemos con mucho cariño,

... y en tercer lugar, aunque quizá debería haberlo puesto al principio, porque tú y yo la compartimos y por eso nos sabe tan buena…

o ¿Qué quieres decir, amama?

Fíjate:

... ¿A que nunca habías pensado que todo lo que tenemos a nuestro alrededor está porque alguien se lo ha imaginado primero?...

o No...

¡Pues así es!...

Verás…

Nosotras para hacer la tarta, primero hemos tenido la idea de hacerla, ¿no es así?…

o Sí…

Además hemos elegido los ingredientes, y hemos sabido cómo hacerla también:

… con manzanas, harina, huevos...

o ¡Y mermelada!

Sí, bonita,

… ¡y mermelada también!...

Por fin la hemos hecho y además la hemos compartido, y por eso nos sabe aún más rica, porque nos ha dado la ocasión de trabajar y charlar un ratito juntas, ¿no lo crees así?...

o Sí…

Bueno, pues eso mismo tiene mucho que ver con lo que te voy a contar después...


Verás:

El Señor Dios hizo las cosas de un modo parecido a como tú y yo hemos hecho la tarta, y también lo hizo por la misma razón: la de compartir su Amor con todos nosotros…

Pero de eso luego hablaremos, ¿vale?…

… Vamos ahora a recoger un poquito...

o ¡Bueno!...

© Reservados todos los derechos 2006

cap. I.3 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

cap. I.3 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Hoy -que es la festividad de la Santísima Trinidad- coincide precisamente con la explicación que le da la abuela a la niñita de cómo interpretar este Misterio. Veamos cómo se desenvuelve su conversación….

Pues…

… Hemos pintado un molinillo porque no hubiéramos podido representar a Señor Dios, a Imagen y a Don de otro modo, laztana...

o ¿Y por qué no hubiéramos podido?

No hubiéramos podido porque Señor Dios, Imagen y Don son tres realidades espirituales…

… y lo que sucede, es que las realidades espirituales no tienen cuerpo...

o ¿¿Qué no tiene cuerpo??

No, chiquita,

... no lo tienen...

Verás:

Con ellas pasa lo mismo que con el contenido de un globito de gas en el que hiciéramos un agujerito…

¿Sabes tú lo que sucedería con el contenido de un globito de gas en el que hiciéramos un agujerito?

o No…

Pues, lo que sucedería, es que el gas se escaparía por ese agujerito y tendería a ocuparlo todo…

Entonces ya no lo veríamos, ¿no crees?…

Y,

… si no pudiéramos verlo,

... ¿cómo sabríamos la forma que tiene para poder dibujarlo?...

o ¡Pues es verdad, amama!

Sí, chiquitina…

¡si que lo es!...

Ésa es la razón por la que hemos utilizado los colores de nuestro molinillo para representar a Señor Dios, Imagen y Don...

Y ése es el modo también en el que podrás comprender que,

… del mismo modo que el azul, el amarillo y el rojo, siendo colores diferentes, estaban en el color blanco, y eran el color blanco…

… así también Señor Dios, Imagen y Don, siendo los tres diferentes, los tres están en el Amor, y los tres son el Amor…

Son…

… ¡el Amor de Señor Dios!…

Verás...

Señor Dios es la forma de ser del Amor...

o ¿Y cómo es el Amor, amama?

Pues…

el Amor es ilimitado, chiquita, como ilimitado es también Señor Dios...

Claro que…

por ser Señor Dios como es, es por lo que podrá hacer las cosas como las hace, ¿no crees?

o Sí, amama, ¡con su Don!

Así es, chiquitina...

... las hace con su poder, con su Don...

o ¿Y quién es Don?...

Pues…

… Don es la forma de actuar del Amor...

o ¿Y cómo actúa, amama?...

Pues…

el Amor actúa ilimitadamente, como ilimitadamente actúa también Señor Dios...

o ¿E Imagen?...

Imagen es la forma de darse a conocer del Amor, chiquitilla...

o ¿Y cómo lo hace?

Pues…

… El Amor se da a conocer por sus actos, que también son ilimitados, como ilimitada es la ternura de Señor Dios...

Como ves,

… siempre que hablamos de Señor Dios, de Imagen y de Don, estamos hablando del Amor..

o Si…

Pero al mismo tiempo,

… siempre que hablamos del Amor estamos hablando de Señor Dios...

o ¡Pero éso es muy raro, ¿verdad?!...

No tanto, chiquitina...

¡Verás como en cuanto te lo explique lo entiendes muy bien!…

Dime tú una cosita…

Si yo hablo de la maravillosa niñita que tú eres,

... de tu forma de actuar y de comportarte,

... o de lo que de ti sabemos por esas cositas tan ingeniosas que se te ocurren, con las que tanto disfrutas, y que tanto nos dicen de ti...

… ¿a quién dirías tú que me refiero?

o Pues a mí, ¿no, amama?

Así es, Dorota…

… me estoy refiriendo a tí…

Porque todas esas cositas que yo digo constituyen tu personalidad,

… y aunque no podamos verlas con nuestros ojos como lo hacemos con tus manitas o con tu carita,

… también ellas forman parte de ti y nos dicen lo que tú eres, de modo que sin conocerlas no podríamos saber realmente quién eres tú, ¿no crees?...

o Eso sí…

Bueno, ¡pues eso mismo sucede con el Amor y con Señor Dios!…

o ¿Y qué es lo que sucede?...

Pues…

Lo que sucede es…

… que sólo tras conocer el Amor podemos saber realmente quién es Señor Dios…

o ¿Y por qué dices eso, amama?...

Pues…

… porque Señor Dios es aquello que es el Amor,

y porque el Amor, chiquita mía, ¡es la personalidad de Señor Dios!…

o ¡Pero tú habías dicho que Señor Dios era una persona!...

Y lo es, querida…

… ¡una persona muy especial!…

© Reservados todos los derechos 2006

 

capítulo I.2 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.2 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

Si lo recordáis, nuestro texto anterior terminaba cuando la niñita le preguntaba a su abuela cómo eran “exactamente” Señor Dios, Imagen y Don. ¡Veamos ahora cómo sigue su conversación!...

 

Pues verás, bonita...

... ¡Vamos a hacer un dibujito para que lo entiendas mejor!...

¿Recuerdas aquel molinillo de viento que te compré el verano pasado?...

o Sí, amama

¿Sí?...

… ¡Pues trata de dibujarlo, y mientras tú lo dibujas yo haré uno con estos pedacitos de cartulina!...

o ¿Así está bien, amama?...

Sí, chatilla,

... ¡muy, muy bien!...

o ¿Lo pintamos ahora?

Si tú quieres…

o ¿Y de qué color?...

Pues mira:

... ¡vamos a pintar un lado de cada color!...

El lado de arriba lo pintaremos de azul, ¿te parece bien?...

… y ahí pondremos el cielo, lo que no pesa...

o Sí, amama…

Bueno…

… ¡pues ese será el color de El Señor Dios!…

El lado izquierdo lo pintaremos de amarillo, ¿sí?...

… y ahí vamos a poner todo lo que tiene luz, ¡todo lo que podemos ver!...

o ¡Vale!...

Bien…

… ¡pues ese será el color de Imagen!…

Y el de la derecha, de rojo...

o ¿De rojo?

Sí, bonita, de rojo…

En el rojo pondremos aquello que hace que las cosas se muevan, ¿estás de acuerdo?...

… la fuerza, la energía...

o Sí, amama: ¡el rojo me gusta!

Está bien…

… ¡entonces el rojo será la imagen de Don!...

o ¿Y de qué color le pongo el centro, amama?...

Pues...

… ¡Ponle una perlita blanca, mi amor!…

Yo creo que será lo mejor,

… porque como El Señor Dios es tan bueno...

o ¡Vale!...

o ¡Ya está, amama!, ¿te gusta?...

¡Está ideal, chiquita!...

... ¡hay que ver cuánto me ayudas!...

Pero ahora vamos a hacer una cosita, ¡verás!...

Yo voy a sujetar el molinillo por atrás y le voy a dar unas cuantas vueltitas a ver qué pasa...

... ¡así!...

¿Cómo lo ves ahora?...

… ¿No da igual en qué lugar esté cada color?...

o ¡Es verdad, amama!...

¿Y si le damos vueltas muy, muy rápido?...

o ¡Amama!...

o … ¡pero si es una rueda blanca y ya no se distinguen los colores!...

Así es, bonita:

... ¡sólo se ve el blanco!...

o ¿Y por qué sólo se ve el blanco?...

Pues…

Sólo se ve el blanco, porque el azul, el amarillo y el rojo son los colores básicos, chiquitina...

o ¿Y eso qué importa?

Pues eso importa mucho, corazón…

… porque esos tres colores juntos, que es como los vemos cuando se mueven muy rápidamente las aspas de nuestro molinillo…

… ¡los tres están en el color blanco, y los tres son el color blanco!…

Pero importa mucho también…

… porque es de una fuente de luz blanca precisamente de donde proceden el resto de los clores…

o ¿De verdad, amama?

Sí, bonita…

… ¡de verdad!...

o ¡Qué guay!...

¿Te gusta?...

Pues me alegro mucho, tesoro...

... ¡porque así son El Señor Dios, Imagen y Don!...

o Pero ellos no son un molinillo, ¿verdad, amama?...

Pues claro que no, chiquitilla...

… ¡El Señor Dios, Imagen y Don son el Amor!…

o ¿Entonces por qué hemos pintado un molinillo?...

© Reservados todos los derechos 2006 .

 

capítulo I.1 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

capítulo I.1 de SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON

 

Comienza el diálogo entre una niñita y su abuela, con la siguiente conversación:  

  

o       ¡Amama!, ¿puedo ayudarte?...

¡Pues claro que sí, Dorota!

 

o       ... ¿Y qué estás haciendo con ese ordenador?...

Pues…

… estoy buscando imágenes, bonita...

o       ¿Imágenes?...

 

o       ... ¿Y para qué las quieres?...

Busco imágenes para hacer un juego....

o       ¿¿Un juego??...

Así es…

 

o       ¿Y para quién es el juego, amama?...

Pues…

Es un juego para vosotros…

… para Imanol, Josu, Miren, Kepa, Begotxu...

 

o       ¿Y para mí?

¡Pues claro que sí, chiquitilla, para ti también!...

… ¡con lo lista que tú eres!...

 

Aunque estoy pensando en un juego para niños mayores que tú, tú también podrás jugar si lo deseas...

 

o       Sí, amama: ¡es que yo soy mayor!...

Sí, bonita, sí, ¡muy mayor!...

… ¡pero verás lo que vamos a hacer!…

 

En primer lugar te contaré una historia, ¿si?,

… porque te hará falta conocerla para ayudarme...

 

Juntas elegiremos las imágenes, y organizaremos el juego después, ¿te parece bien?...

o       Sí, amama…

 

o      ... ¿pero lo que me vas a contar es un cuento?...

Bueno…

… Si por cuento entiendes la manera de contar, entonces sí que es un cuento…

 

Pero tienes que tener en cuenta que todo lo que te diga ocurrió y ocurre en la realidad, ¿lo recordarás?...

o       Sí, amama...

 

Bien.

Pues estate atenta, porque tu ayuda es muy importante para mí...

 

Verás:

Nuestra historia comienza con una persona muy especial...

 

Se llama Señor Dios, y es muy pero que muy listo, y muy pero que muy bueno...

 

También es un poco Mago, ¿sabes?...

… y es un poco mago porque tiene un Don,  un Don que hace que todo cuanto Señor Dios desee se convierta en realidad...

 

o       ¿Tiene poderes como Sabrina en la tele, amama?...

Sí bonita, algo parecido a lo que sucede con esa brujita de la tele…

… ¡pero deja que siga con lo que te estaba contando, verás!...

 

Una vez, Señor Dios quiso tener un Hijo,

… y como todo lo que Señor Dios quería se hacía realidad tan sólo con quererlo,

... ¡pues Señor Dios tuvo un Hijo!...

 

Tuvo un Hijo de verdad…

 

… ¿Y sabes cómo le llamó?...

o       ¿¿??…

 

Pues le llamó Imagen.

o       ¿¿Imagen??...

 

o       ... ¿Y por qué le llamó Imagen, amama?...

Pues le llamó Imagen, porque su Hijo era igual que Señor Dios...

 

Pero también lo hizo…

... porque como Imagen era la voluntad de Señor Dios hecha realidad,

… Él era también el modo en el que cuanto Señor Dios imaginaba, se hacía realidad...

o       ¡¡Vaya!!....

 

… ¿Y sabes por qué pasaba eso?...

o       No…

Pues eso pasaba porque Señor Dios e Imagen tenían el mismo Don…

 

Y como los dos tenían el mismo Don,

… los dos eran muy, muy listos,

… los dos eran muy, muy buenos,

… ¡y los dos podían hacer todas las cosas realidad!...

 

o       Sí, amama, ¿pero cómo eran?...

 

 

© Reservados todos los derechos  2006 .

DOROTATXU Y SU AMAMA

DOROTATXU Y SU AMAMA

 

 Me ha parecido un día muy especial para daros una noticia, porque considero que ambas celebraciones (la del día de la madre y la de nuestro primer aniversario como blog) tienen algo en común…

Veréis:

Hay un texto en el Libro de la Sabiduría que se denomina “Elogio a los padres”, y en él se nos dice que –sean cuales sean sus circunstancias y sus logros sociales- nuestros padres son siempre dignos de alabanza por haber sido capaces de transmitirnos la fe.

Pues bien.

Por un lado, sean mis felicitaciones para tod@s aquell@s a quienes os vivan (en esta ocasión) vuestras madres, para todas aquellas que lo seáis, y también para todas aquellas que seáis madres de quienes a su vez son madres...

Que nuestra descendencia sea fecunda, y que seamos siempre capaces de merecer un mínimo de alabanza, por haber sido capaces de transmitirles las verdades de nuestra fe.

Pero como también os decía, el próximo día 6 se cumple el primer aniversario de nuestro blog.

Nada hubiera sido igual sin vuestra ayuda, así que vaya por delante mi profundo agradecimiento. Os diré además que vamos creciendo, y que lo hacemos de un modo más que considerable. Dios quiera que sigamos así, para su mayor Gloria.

En él (en nuestro blog), nosotros tratamos de compartir y de dialogar sobre las verdades de nuestra fe, y porque eso es así, y porque también es el espíritu del diálogo ininterrumpido entre una niñita (Dorotatxu) y su amama (su abuela), he decidido que a modo de regalo de aniversario para vosotr@sa partir del día 6 comenzaremos a publicar un cuentito que he escrito y que se denomina SEÑOR DIOS, IMAGEN Y DON.

Una niñita y su abuela son las protagonistas de una historia dialogada, en la que -a través de un juego que también se incluiye- todos los miembros de la familia podremos participar.

Está en fase de publicación, y aunque todos los derechos de autora están reservados, estoy encantada de ofreceros una primicia del mismo a modo de celebración.

Espero que os complazca.

Con gran cariño....

 

LA INTERVENCIÓN DE JAIME (2)

LA INTERVENCIÓN DE JAIME (2)

Es indispensable conocer bien la tradición y transmitirla bien. Esto es precisamente lo que hace Dorota en Peldaños de Luz: entrar en diálogo con las ideas de algunos de los mejores exponentes del pensamiento cristiano e interpretarlas desde nuestro tiempo. Detrás de estas páginas es posible identificar la voz de Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita o Tomás de Aquino. Cada uno de ellos tomó el pensamiento heredado y lo interpretó a su modo y para su tiempo, no sin afrontar, por ello, grandes dificultades. Si no se menciona explícitamente ninguno de estos nombres, como no aparece tampoco el de la autora, es porque las controversias personales son secundarias para el propósito del libro: lo fundamental es la aportación a una línea multisecular de pensamiento, preocupada por comprender el lugar del hombre en el mundo y discernir el camino de la vida buena.

 

Ese modo saludable de comprender y transmitir la tradición parece hoy más necesario que nunca. Cuando la tradición se malentiende, nos traiciona. No en vano “traidor” traditor tiene el mismo origen etimológico y significa “el que nos entrega”. La tradición nos entrega, nos hace pasar a las peores manos, cuando se entiende como un cuerpo inmutable de conocimientos y prácticas que nos evita la molestia de pensar por nosotros mismos. Esto puede resultar simplemente ridículo cuando nos descubrimos cumpliendo con una arcaica costumbre que ha perdido su función originaria, pero puede ser fatal cuando es el sentido de nuestra vida lo que está en juego. Si el valor y el sentido de todo cuanto se puede hacer y pensar está fijado de antemano, no nos queda más que abdicar de nuestra libertad y someternos a quien quiera erigirse en guardián de nuestra mente y nuestros actos. Y lo malo es que nunca faltan candidatos a este puesto.

 

Vemos fácilmente cómo algunas tradiciones, que nos son más o menos ajenas, la islámica, por ejemplo, quedan convertidas en instrumentos de dominio cuando se aprisionan en interpretaciones empobrecedoras e interesadas. Pero no debemos olvidar que nuestra propia tradición tampoco se haya nunca a salvo de este peligro. Sin ir más lejos, hace aún pocos años, una determinada interpretación de la fe católica bendecía los crímenes de muchas dictaduras en España y otros países. Ni el integrismo islamista ni el nacionalcatolicismo pueden llevar legítimamente a una condena de la tradición musulmana o católica, porque no son sino sus interpretaciones aberrantes. Ahora bien, tampoco basta con ser conscientes de que el peligro existe: hay que evitarlo activamente esforzándose por promover formulaciones valiosas y liberadoras de cada tradición. En nuestras manos está convertirlas en instrumentos de opresión o de crecimiento.

 

Sólo con esfuerzos como el de Dorota, por formular razonablemente la fe y prestar atención a las necesidades del ser humano actual, seremos capaces de llevar nuestra propia tradición al diálogo con las demás y con la modernidad. Las otras tradiciones no se encuentran ya a miles de kilómetros, sino a un par de manzanas. Nuestra sociedad es multicultural, lo queramos o no, y ya empezamos a ver los problemas de convivencia a los que conduce la contraposición de sistemas de valores encerrados en sí mismos.

 

También la modernidad secular puede verse enriquecida por el diálogo con la tradición: esta idea, que se acepta muchas veces sin discusión aplicada al budismo o al hinduismo, parece fuera de lugar cuando hablamos de la religión católica. Y sin embargo, no dudo de que el discurso clásico en torno a las virtudes, por ejemplo, tendría aún mucho que aportar en esta sociedad ferozmente competitiva. Ocurre que los no creyentes tenemos a menudo una relación difícil con la que es nuestra propia tradición (algo que no ocurre con opciones más exóticas). Para llegar a un entendimiento fructífero y a un aprendizaje mutuo debe darse un esfuerzo por ver lo que el otro pueda aportarnos. Este libro, desde luego, nos lo pone más fácil.

 

Gracias, Dorota, por esta contribución honesta, generosa y valiente, al diálogo sobre lo que el hombre es y puede ser. Su lectura me ha resultado sugerente y enriquecedora. Espero que así lo sea también para vosotros.

 

Muchas gracias.

 

Jaime Cuenca.

Bilbao, 17 de Abril de 2008”.

 


Esker’ik asko, Jaime.

Biotz biotzetik.