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::: Dorotatxu :::

PAKESEVEA

Me he levantado hoy de madrugada con la música de un anuncio en la cabeza. Parece que aún la oigo y, curiosamente, es ella la que me motiva a escribir. No me preguntéis por las imágenes porque no las recuerdo, pero sí su contenido: era un anuncio en el que se nos recordaba una frase del Principito: que lo esencial está oculto a nuestros ojos, y yo creo que así es: que sólo se ve con los ojos del Amor.

¿Y qué son los ojos del Amor, me preguntaréis?...

Pues bien. Los ojos del Amor son aquellos con los que se mira cuando se está enamorad@. Nada más.

Enamorad@, pero no de una persona ni de algo tangible por especialmente bell@ que sea, sino del Amor.

Es cuando reconoces y te enamoras del Amor cuando comprendes que el Amor existe,

  •  que está en ti,
  •  y que porque tú también eres amad@,
  •  ese Amor está para ti precisamente en esas personas o en esas situaciones que tú amas.

Es entonces cuando comienzas a mirarlas con los ojos de tu amor,

  • cuando eres capaz de vislumbrar en ellas un Amor que no concluye,
  •  y cuando enamorad@ tiendes a ellas, precisamente porque el amor siempre tiende al Amor...

Pero vamos ahora a hablar de nuestra prestancia a la hora de perseguir el Amor, de nuestro nivel de excelencia...

Sabemos que es por medio de nuestros actos como el Amor se comparte, pero sabemos también que, al intentarlo, ese compartirse el Amor en nuestra común-unión produce para cada uno de nosotros unos efectos (los inmanentes) en base a los cuales aquel que ama se hace amador, hasta que llega un momento en que a base de repetición de actos un@ alcanza a hacerse “un amador virtuoso”, es decir, un buen amante...

Yo suelo decir que ahí nos quiere Dios. Seres evolucionados que seamos capaces de compartir nuestro amor con el Amor y con l@s amad@s.

Ahí es donde cada un@ tendrá su camino.

Como la semejanza de Dios no es un ser humano (hombre o mujer) individualizado, sino la de ambos como comunidad de vida y amor, en esa comunidad de Vida y Amor de los seres humanos con Dios caben distintas posibilidades.

Cuando la elección es el Matrimonio tal y como lo concibe “técnicamente” la Iglesia, la pareja humana decide conscientemente colaborar en los designios de Dios para dar continuidad y velar por las nuevas vidas que, procediendo de Dios, a ellos se les encomienda. ¡Bendita tarea!...

Para ello contarán con “las vitaminas” de la consciencia de su tarea (la dosis suficiente de fe), de su constancia para preservarla (la dosis suficiente de esperanza), y de la entrega responsable de cada uno de sus componentes (la dosis suficiente de caridad). Ésa es la gracia específica del Sacramento del Matrimonio.

Pero hay otros modos de compartir los seres humanos con sus semejantes su propio amor y su propia vida, y de velar individual o conjuntamente, por el amor y la vida que en otros procede de Dios...

Creo que, sin pretenderlo, dejo sobre la mesa un planteamiento susceptible de vuestras intervenciones. Con él los dejo, esperándolas con impaciencia, mientras sigo ahora elaborando mi artículo sobre la Glosolalia y el Sacramento de la Confirmación...

Un saludo.

3 comentarios

dorota -

Bueno...
Ya sabes que yo considero válidas otras formas de familia aunque no sean muy ortodoxas...
... aunque no parece que tengáis mayormente interés en ellas.

Bea -

¿A qué te referías con tu último párrafo?

Gorka -

No tengo nada que comentar.
Dios-Padre quiere que le dejemos comunicar con ël para vivir la esencia del amor: el que pierde su vida por que busca no servirse de lo que nos rodea sino servir como Jesús lavando los pies, será feliz.