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::: Dorotatxu :::

EL POR QUÉ Y EL CON QUÉ DE NUESTRAS RAZONES

Decimos que nuestra fe es razonable. Pero a veces por miedo al error, por un exceso de prudencia, o por dejación de nuestras funciones, no ejercemos tal funcionalidad.

 

Pues bien:

o       aunque el Magisterio de la Iglesia es incuestionable en aquellos temas que han sido definidos como dogmas de fe, y en todo caso ilustrador de nuestros conceptos por cuanto que la Iglesia es la responsable última de la conservación del depósito de nuestra fe,

o       sucede que esto no elimina nuestra capacidad de razonar ni hace de nosotros seres alienados, por cuanto que la capacidad de razonar subyace en nosotros, tanto como subyace en nosotros la propia vanidad. 

Así las cosas,

o       aunque la opinión de la Iglesia no deba ser un corsé para nuestro razonamiento,

o       el peligro de considerar nuestro razonamiento como medida de todo lo razonable subsiste,

o       por lo que es necesario que, a la hora de razonar, utilizando siempre razonamientos objetivos, los contrastemos incesantemente con el contenido de lo revelado de nuestra fe.

 

Me viene a la memoria una anécdota que, por ser ilustrativa de lo que digo, paso a continuación a relatar:

 

En una ocasión y tras ser suspendido en una asignatura de los primeros cursos de Arquitectura un alumno, su madre acudió al profesor para reclamar la nota de su hijo (que había sido baja por no complacerle al profesor alguno de sus trabajos) con la argumentación de que “sobre gustos no hay nada escrito”. A esto, el profesor respondió: “Si, señora, sí que lo hay; lo que sucede es que Vd. no lo ha leído”.

 

Por supuesto el criterio del profesor era determinante en aquella situación. Pero tal criterio se fundamentaba en razones objetivas que constituían el objeto propio de la ciencia y justificaban el método utilizado en ella, para la elaboración de la materia que pretendía transmitir (la Arquitectura).

 

Pues bien:

También cuando hablamos de Dios hemos de tratar el tema con el mismo rigor. 

De entrada se nos dirá que la realidad de Dios no es objetivable, y que por tanto no puede constituir el objeto propio de ninguna ciencia. 

Esto no es así, porque si bien la realidad de Dios es intangible, también lo son la luz o la música, y no por ello utilizando notas o guarismos, dejamos de elaborar sobre estas realidades no sólo para hacerlas comprensibles, sino para participar conscientemente de ellas y para hacerlas nuestras de alguna manera también. 

Porque lo que sucede es, que de la existencia de estas realidades se derivan determinados efectos, y de su aprehensión por nuestro intelecto se derivan para nosotros otros también, que a nuestra vez somos capaces de asimilar por cuanto que comprensibles, de elaborar y de compartir. 

Estos efectos si son tangibles y objetivables y es por causa de ellos por lo que un músico llega a ser músico, por lo que podemos juzgar sobre la mayor o menor armonía de una composición, o por lo que, en último término, podemos llegar a participar, a filosofar y a contrastar con nuestros semejantes la realidad de Dios, así como a valorar su conveniencia para nosotros mismos y/o para los demás.

 Debemos hacerlo con objetividad pero sin miedo. Como adultos. Porque aunque no lo hayamos leído como la señora del ejemplo que anteriormente exponía, cuanto ahora yo hablo y que no pretende sino dar verbo a las posibilidades de la Revelación, constituye el objeto propio de una ciencia, la Metafísica., con cuyo método científico las verdades de nuestra fe han sido analizadas y encuentran coherencia en todas sus manifestaciones, a través de todos los siglos de nuestra historia. 

 

Así, pues, no seamos timoratos. Nuestra fe no sólo es razonable,

o       sino que la iniciación y el progreso en el conocimiento de la realidad de Dios y de su conveniencia para nosotros mismos no deja de ser sino una manifestación de inteligencia,

o       y la opción de participar en esta realidad de un modo consciente, no deja de ser también sino una manifestación de nuestra libertad.

13 comentarios

dorota -

Interesante aportación Joaquim, a la que pretendo contestar a través de un próximo artículo que se llamará LA ELECCIÓN DE PEDRO.
Te adelanto que la Iglesia no tiene ningún sentido sin la cohexión y la actuación del Poder del Espíritu de Dios, pero que la elección de S. Pedro no fué gratuíta. Espero que te guste.

Joaquim -

Me pregunto qué tendrá que ver el magisterio de la Iglesia con lo que dijo Jesús. Puesto que en Mateo hay una perícopa en la que habla de formar una Iglesia, se tiende a leer que la Iglesia que tenemos es la que quería Jesús. Eso es leer lo que “queremos” leer. Dar por sentado el significado del texto, y eso no es así. En el contexto apocalíptico de fin de los tiempos de Jesús la institucionalización de una organización como la que tenemos no podía tener ningún sentido. Es un simple absurdo. Creo que más bien pensaba en una asamblea escatológica guiada por el Espíritu. Lo que tenemos es precisamente aquello contra lo que él luchó. A veces, las falsificaciones de la historia no hay que buscarlas en recónditos archivos, sólo hay que saber “mirar” lo que se tiene delante de los ojos. Por otra parte, los apócrifos pueden ser interesantes en muchos sentidos, pero no en cuanto a revelaciones extraordinarias del Jesús real. (De acuerdo con el último párrafo).

dorota -

También te diré que la metafísica tiene su método, sus reglas y la manera de medir los resultados, por lo que a mi modo de ver no puede dejar de considerarse una ciencia.

dorota -

Eres muy generoso con el porcentaje. Sin embargo te diré que el nivel de incidencia en cuanto a avanzar en el conocimiento (más exactamente en la sabiduría), es del 100%

Uno que lee -

Técnicamente, si atendemos a la RAE, las considera generosamente como "ciencias humanas", las que, como la psicología, antropología, sociología, historia, filosofía, etc., se ocupan de aspectos del hombre no estudiados en las ciencias naturales. Pero me temo que en cuanto a hacer avanzar el conocimiento, tienen "subjetividad" al 80%.

Uno que lee -

En realidad, creo importante distinguir la "ciencia" (basada en avanzar en el conocimiento a través del metodo científico), del "conjunto de saberes". La metafisica, como parte de la filosofia, corresponde al segundo caso.

dorota -

A tí que lees te diré, que no puedo estar más de acuerdo con lo que opinas. Ya sabes que mantengo que las razones de nuestra fe pueden argumentarse, y que la ciencia apropiada para ello es la metafísica

Uno que lee -

Buenas, con las verdades impermeables me referia al pensamiento mas o menos generalizado (y que no comparto dicho sea de paso), de que la ciencia no puede hablar de religion, ni la religion de ciencia...

dorotatxu -

Hoy estoy fuera de mi ciudad, y por eso hasta ahora no he podido dedicarle tiempo al blog. Me han llamado la atención vuestros comentarios, sobre todo la reflexión sobre el valor metafórico de los Evangelios. Posiblemente a la tarde incluya una pequeña reflexión sobre ésto. Un cordial saludo, y muchas gracias

maría jesús -

Uno que lee: ¿Aqué te refieres con lo de verdades impermeables? Éso me ha hecho gracia

luis -

Me alegra mucho que haya uno que lee, y sobre todo que haya uno que lea este tipo de cosas. Supongo que hablas de los Evangelios apócrifos, ¿verdad? A mi también me interesa ese tema. ¿Crees que nos contestará?

Uno que lee -

Razonable lo que dices, pero suena a opinion minoritaria entre los creyentes. ¿por que solo se leen los "evangelios autorizados"? (si es que se han leido claro). Es razonable otorgar mas validez a las escrituras que la de mera parábola?. Estoy leyendo "el espejismo de dios" de Richard Dawkins, y no he podido evitar mencionarlo a raiz de este post. Comparto la idea de que ciencia y religion no manipulan verdades "impermeables".
Saludos desde aqui...

Emilia -

No puede negarse que cuanto dices es razonable.