EL POR QUÉ Y EL CON QUÉ DE NUESTRAS RAZONES
Decimos que nuestra fe es razonable. Pero a veces por miedo al error, por un exceso de prudencia, o por dejación de nuestras funciones, no ejercemos tal funcionalidad.
Pues bien:
o aunque el Magisterio de la Iglesia es incuestionable en aquellos temas que han sido definidos como dogmas de fe, y en todo caso ilustrador de nuestros conceptos por cuanto que la Iglesia es la responsable última de la conservación del depósito de nuestra fe,
o sucede que esto no elimina nuestra capacidad de razonar ni hace de nosotros seres alienados, por cuanto que la capacidad de razonar subyace en nosotros, tanto como subyace en nosotros la propia vanidad.
Así las cosas,
o aunque la opinión de la Iglesia no deba ser un corsé para nuestro razonamiento,
o el peligro de considerar nuestro razonamiento como medida de todo lo razonable subsiste,
o por lo que es necesario que, a la hora de razonar, utilizando siempre razonamientos objetivos, los contrastemos incesantemente con el contenido de lo revelado de nuestra fe.
Me viene a la memoria una anécdota que, por ser ilustrativa de lo que digo, paso a continuación a relatar:
En una ocasión y tras ser suspendido en una asignatura de los primeros cursos de Arquitectura un alumno, su madre acudió al profesor para reclamar la nota de su hijo (que había sido baja por no complacerle al profesor alguno de sus trabajos) con la argumentación de que “sobre gustos no hay nada escrito”. A esto, el profesor respondió: “Si, señora, sí que lo hay; lo que sucede es que Vd. no lo ha leído”.
Por supuesto el criterio del profesor era determinante en aquella situación. Pero tal criterio se fundamentaba en razones objetivas que constituían el objeto propio de la ciencia y justificaban el método utilizado en ella, para la elaboración de la materia que pretendía transmitir (la Arquitectura).
Pues bien:
También cuando hablamos de Dios hemos de tratar el tema con el mismo rigor.
De entrada se nos dirá que la realidad de Dios no es objetivable, y que por tanto no puede constituir el objeto propio de ninguna ciencia.
Esto no es así, porque si bien la realidad de Dios es intangible, también lo son la luz o la música, y no por ello utilizando notas o guarismos, dejamos de elaborar sobre estas realidades no sólo para hacerlas comprensibles, sino para participar conscientemente de ellas y para hacerlas nuestras de alguna manera también.
Porque lo que sucede es, que de la existencia de estas realidades se derivan determinados efectos, y de su aprehensión por nuestro intelecto se derivan para nosotros otros también, que a nuestra vez somos capaces de asimilar por cuanto que comprensibles, de elaborar y de compartir.
Estos efectos si son tangibles y objetivables y es por causa de ellos por lo que un músico llega a ser músico, por lo que podemos juzgar sobre la mayor o menor armonía de una composición, o por lo que, en último término, podemos llegar a participar, a filosofar y a contrastar con nuestros semejantes la realidad de Dios, así como a valorar su conveniencia para nosotros mismos y/o para los demás.
Debemos hacerlo con objetividad pero sin miedo. Como adultos. Porque aunque no lo hayamos leído como la señora del ejemplo que anteriormente exponía, cuanto ahora yo hablo y que no pretende sino dar verbo a las posibilidades de la Revelación, constituye el objeto propio de una ciencia, la Metafísica., con cuyo método científico las verdades de nuestra fe han sido analizadas y encuentran coherencia en todas sus manifestaciones, a través de todos los siglos de nuestra historia.
Así, pues, no seamos timoratos. Nuestra fe no sólo es razonable,
o sino que la iniciación y el progreso en el conocimiento de la realidad de Dios y de su conveniencia para nosotros mismos no deja de ser sino una manifestación de inteligencia,
o y la opción de participar en esta realidad de un modo consciente, no deja de ser también sino una manifestación de nuestra libertad.
13 comentarios
dorota -
Te adelanto que la Iglesia no tiene ningún sentido sin la cohexión y la actuación del Poder del Espíritu de Dios, pero que la elección de S. Pedro no fué gratuíta. Espero que te guste.
Joaquim -
dorota -
dorota -
Uno que lee -
Uno que lee -
dorota -
Uno que lee -
dorotatxu -
maría jesús -
luis -
Uno que lee -
Saludos desde aqui...
Emilia -