CUANDO LA INTIMIDAD ESTÁ EN VENTA
Lo cierto es que yo no he sido nunca prostituta.
Pero convendréis conmigo en que cuando una relación de tipo económico se establece, frecuentemente se confunden los límites de la misma y tendemos a convertirla, mediado el precio, en una relación de dominio-sumisión entre las partes.
Es así que, en una relación como de la que hablamos, caben y pueden darse distintos tipos de abusos por parte del “contratador”, y/o también del “intermediario” respecto o sobre la supuesta “víctima” o prostitut@.
El problema yo creo que está en la asunción de estos papeles.
Claro que si no se diera tal, no estaríamos hablando propiamente de explotación sexual como ahora lo hacemos, sino de una prestación de servicios en la que podría ejercerse la libertad –estaríamos hablando, por ejemplo, de uniones o de relaciones de conveniencia en las que no tendrían por qué estar excluidos el afecto o incluso el amor-
Pero en la relación de dominio-sumisión-aspiración de la que ahora hablamos, lo que se ve comprometida precisamente es nuestra libertad.
No porque no podamos ejercitar una opción libremente, sino porque nuestra libertad se ve realmente desvirtuada, como consecuencia precisamente de haber ejercitado ese determinado tipo de opción.
Porque lo que sucede, es que cuando una persona no se respeta a sí misma, entrega inconscientemente su libertad.
Es de ese modo como su intimidad se ve comprometida, y es de ese modo también como puede comenzar un auténtico proceso de desestructuración de su personalidad.
Por supuesto, no es que nosotr@s no podamos vender “algo”.
La cuestión es que al hacerlo no vendamos el “alguien” que cada uno de nosotr@s somos, por grande que sea nuestra motivación.
Porque la intimidad es algo que se comparte, que en ocasiones se entrega, pero que en ningún caso debería estar a la venta, ¿no lo creéis vosotros así?...
8 comentarios
Gorka 97 -
"La cuestión es que al hacerlo no vendamos el alguien que cada uno de nosotr@s somos, por grande que sea nuestra motivación.
Porque la intimidad es algo que se comparte, que en ocasiones se entrega, pero que en ningún caso debería estar a la venta, ¿no lo creéis vosotros así?..."
Todo ello con comentarios tan buenos y ricos.
Dorota -
Pero el progreso pienso que tiene que estar en relación con la intelección de los efectos de la prostitución, y no con el mayor o menor bienestar económico de quienes lo practican.
Hola -
Lo que no veo tan claro es que sea una solución en la prostitución de nuestro entorno (en el sentido amplio). La prostitución en occidente, si perdura, debe de ser por no tener muy claro el concepto de necesidad, ¿no?... como ya se ha comentado antes, siempre quedará fregar portales
Saludos
JML -
Tengo la poderosa sensación, que no puedo racionalizar como quisiera, de que defender la prostitución como moralmente legítima, legitima más al cliente que al que ofrece el servicio.
Tu párrafo, Dorota: "Porque lo que sucede, es que cuando una persona no se respeta a sí misma, entrega inconscientemente su libertad.
Es de ese modo como su intimidad se ve comprometida, y es de ese modo también como puede comenzar un auténtico proceso de desestructuración de su personalidad"
me parece muy claro y certero. Y pone énfasis en que el esalbón más débil es el que se vende, mientras que el que compra pretende adquirir por dinero lo que, quizás, no debiera tener precio.
Pienso que la prostitución es un problema sin solución, porque es inherente al espíritu humano. A lo más, podremos intentar combatir lo peor de sus efectos a base de regulaciones...
JML
Dorota -
Martika -
Dorota -
... ¡Lo has dicho mucho mejor que yo!...
Joaquim -
Estamos de acuerdo. El límite en las relaciones de poder y sumisión está en la facultad de decir no, hasta aquí hemos llegado, de resolver el contrato. El peligro está en perder ese control.