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::: Dorotatxu :::

13ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Hola. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios

5 comentarios

Hola -

No, yo creo que no me has interpretado correctamente, pero no hay problema.

Considerar el valor como bueno en sí mismo, y que no sucumbe con el paso del tiempo, no es objeto de mi pregunta.
No estoy entrando en la bondad intrínseca de un valor (de ser así, estará despreocupada de nuestras valoraciones en el mundo de la abstracción), o si éste, como ocurre con los símbolos, va a depender del valor las personas le aportan. Tengo mi opinión al respecto, pero no estoy hablando de eso.
Y por supuesto, no, no hablo de un anciano como si fuera un valor, sino del valor social que sí representa el cuidado de estos.

Estoy interesado en lo que explico en el enunciado, la progresiva o irregular valoración o perdida de valoración, que los distintos valores sufren en las distintas épocas, o en las distintas culturas.

Por introducir otros valores, me gustaría saber si alguien puede hablar un poco del origen de la clásica “prudencia, justicia, fortaleza, y templanza”. Me da la impresión de que hoy en día son valores muy compartidos, pero, ¿en qué momento se identificaron? ¿Quién lo documentó por primera vez?.

Saludos

Dorota -

En primer lugar quiero disculparme por no haber podido intervenir hasta ahora, querido Hola. Comprobarás que la causa ha sido la elaboración de un nuevo artículo, en el que confío encuentres las razones fundamentales de lo que a continuación te quiero manifestar.

Verás:

Un valor siempre es algo compartible, beneficioso, objetivo, y compatible con una ordenación correcta de cuanto existe dentro del total de la realidad.

Así, lo que realmente es un valor, es bueno en sí mismo.

No depende de la consideración que nos merezca individual ni colectivamente, ni sucumbe con el paso del tiempo.

Su permanencia puede verse condicionada –eso sí- por el rechazo de los mismos y, en todo caso, por –pese a haber sido comúnmente aceptados- por su in-autenticidad.

En todo caso, no son contradictorios.

Así, pese a que en el post que has colgado a ello así se referían, la ancianidad no es un valor social sino un estadio de la vida de un individuo, y el verdadero valor de ésta, no ha de ser medido por su practicidad.

Esto lo sabemos, y en este sentido argumentaríamos si llegado fuera el caso de nuestra propia ancianidad.

Una persona, al llegar a su ancianidad, puede ser sabia y/o también desvalida.

Pero no son los acontecimientos socio-políticos o las valoraciones estéticas ni culturales las que determinan en ella su condición de valor, puesto que la vida de una persona es un valor en sí mismo.

Si una razón de practicidad se impusiera, sería porque se considerase a ese ser humano como un objeto, cosa que convendrás conmigo en que no es en absoluto verdad.

Una persona anciana, no es sino uno más, que a su vez hacen posible que nosotros seamos “uno más”.

Quizá no más ricos o más desocupados, pero sí auténticamente unos “verdaderos” “unos más”.

Si como concepto la practicidad llegara a ser un criterio para el comportamiento colectivo, no es extraño que el mismo sujeto opte por aislarse –en previsión de posibles problemas- de una colectividad (sería el último caso que nos planteas), pero esta situación de inusitada violencia para con él mismo, no impediría que –si está en su sano juicio- luchara denodadamente -aún en las nuevas circunstancias y siempre en la medida en la que le aguantaran sus fuerzas- por mantenerse efectivamente en la realidad de su propio ser.

No se si te habré interpretado correctamente…

Hola -

Un saludo rápido, para recordar que nos solo está la cultura occidental. Si no recuerdo mal, los indios norteamericanos simplemente se quedaban atrás y se dejaban morir cuando consideraban llegado el momento... curioso

Dorota -

Muy interesante tu aportación, Hola. Seguro que generas numerosas intervenciones.

Yo lo haré -me permitirás- un poco más adelante.

Un cordial saludo.

Hola -

En los últimos tiempos, han aparecido en el blog referencias a los valores del ser humano, las consecuencias de su pérdida, etc. etc., y me ha despertado el interés por tratar el tema un poco más específicamente.


No tengo preparación al respecto, de manera que no se si va a ser una pregunta muy breve, o que al final requiera una pregunta por aporte.


Se trataría de enumerar, en la medida en cada uno pueda aportar desde su conocimiento, una especie de listado, que identifique determinadas corrientes históricas, culturales, religiosas, organizaciones de renombre, o instituciones de cualquier otro ámbito y las relacione con sus valores reconocidos (no importa si son los masones, la cultura egipcia, la sociedad japonesa, o cualquier otra cosa que alguien quiera comentar).


Es más que probable que hoy en día se pueda localizar multitud de catalogaciones y clasificaciones de distintos valores, pero me interesa más el camino recorrido por sus distintos actores, y mirando con perspectiva, identificar aquellos que sucumbieron al paso del tiempo.


Espero que resulte entretenido, y nos de una perspectiva de lo que los valores son, o representaron en su tiempo para cada una de las instituciones mencionadas.


Seguro que será interesante comprobar la cantidad de valores compartidos, e intentar atisbar el origen de alguno de ellos (bueno, aquí igual soy demasiado optimista)


Empecemos por el primer ejemplo que se me ha ocurrido, con un poco de ayuda de internet (citemos la fuente fundamental del “copia pega”: http://naya.org.ar/congreso2002/ponencias/manuel_lillo_crespo2.htm):


"Un valor social - El respeto a la vejez, su evolución en el tiempo:


En la prehistoria,
La longevidad era considerada como un valor especial, “sobrenatural”, con “protección divina”. De hecho, cabe la idea de que los chamanes y brujos fueran ancianos de la tribu. Se consideraba al anciano como el depositario del saber y transmisor de la memoria del clan, ya que el hecho de alcanzar edades avanzadas suponía un privilegio.


En Egipto,
Al anciano se le otorgaba un papel dirigente por la experiencia y sabiduria que le confiere su larga vida. Dentro de la cultura egipcia, la palabra anciano significaba sabiduría.


En la antigua Grecia,
En la sociedad griega existieron diferentes formas de entender la vejez.
En los tiempos de Homero el consejo de los ancianos sólo era un órgano consultivo ya que las decisiones eran tomadas por los jóvenes, sin embargo las numerosas leyes atenienses insistían en el respeto a los padres. Por otro lado, en el período del rey Solon el poder se concentraba en el Areópago, institución aristocrática de ancianos inamovibles e irresponsables, que tenían amplios poderes.


Los ancianos en el mundo hebreo
Dentro del mundo hebreo el concepto de longevidad sufrió grandes polarizaciones pasando de visiones positivas a negativas causadas por acontecimientos sociopolíticos.


La antigua roma
el anciano fue un personaje muy considerado en los textos de esta época, de hecho se plantearon los problemas de la vejez desde casi todos los aspectos: políticos, sociales, psicológicos, demográficos y médicos.
La época de oro de los ancianos fue la República, donde se confiaba el poder político a los hombres de edad avanzada.
En los primeros años del cristianismo, los ancianos continuaban ostentando un cierto poder y eran respetados, pero a partir del s. V, esto comienzó a cambiar, el anciano va perdiendo poco a poco su poder y la vejez se convierte en un símbolo negativo cuya llegada va a ser temida por todos.


La edad media
La denominada “Edad oscura” o “Alta Edad Media”, del siglo V al X, es la época de la brutalidad y del predominio de la fuerza. En semejante ámbito cultural, no es difícil imaginar el destino de los débiles, lugar que les corresponde a los viejos. Para la Iglesia no constituyó un grupo específico, sino que estaban en el conjunto de los desvalidos. Fueron acogidos temporalmente en los hospitales y monasterios, para luego reencontrarse con la persistente realidad de sus miserias.


La peste negra fue una catástrofe que afectó a toda Europa cuando en el año 1348 penetra por Génova procedente de Asia Central, matando a más de un tercio de europeos. Se ensañó especialmente con niños y adultos jóvenes por lo que el número de ancianos sufre un considerable aumento, de 1350 a 1450. Los ancianos, en ocasiones, se convierten en patriarcas.


El renacimiento:
Durante el siglo XV a la Europa Occidental le atraían los griegos antiguos, cultivadores de la belleza, juventud y perfección. Se renovaba, de esta manera, el horizonte cultural.
Este naciente espíritu individualista que florecía, tras siglos de encierro en pequeñas ciudades amuralladas y pestilentes, ahogados de miedos y violencias, rechazaron sin disimulo la vejez. Asimismo, todo aquello que representaba la fealdad, decrepitud inevitable, el carácter melancólico y la decadencia. Fueron, quizás, los tiempos más agresivos contra los ancianos.
La menor violencia durante el siglo XVI permite a los varones llegar a edades más avanzadas.


El mundo moderno:
supone una visión economicista y especializada del cuidado del anciano que durante siglos había sido realizado desde la familia, sin ningún tipo de remuneración y entendido como un deber independiente y familiar, mientras que es a partir de este momento y con la llegada de la Revolución Industrial, cuando al ser humano se le valora por el trabajo que ha realizado al servicio de una institución pública, privada, de forma autónoma, etc... y el Estado se siente obligado a compensarle ante el resto de la sociedad.


El mundo contemporáneo:
Bueno, este lo conocemos todos…


Saludos