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::: Dorotatxu :::

CONVERSACIONES CON MARTIKA

El texto que aparece a continuación, tiene su origen en una tarea que mi querida Martika y yo teníamos en conjunto. Se trataba de introducir la ceremonia del bautizo de mi nieto Pablo.

Ella es una persona muy querida para mí, de la que forma parte de su experiencia el hecho de que fué bautizada, hizo la Primera Comunión y se confirmó en una misma ceremonia y a los 18 años de edad.

En su introducción (anterior a la mía), ella quería valorar muy positivamente su experiencia, al tiempo que alababa también la coherencia de sus padres por haber permitido que su opción fuera libre y en el momento en que su maduración fuera la adecuada. También le resultaba imposible creer que Dios no estuviera también en otros niños, aunque no estuvieran bautizados...

En este texto, yo trataba de contra-argumentar su razonamiento con el siguiente resultado:

“Querida Martika: 

De entrada no tengo ni idea de por dónde empezar, pero sí tengo claro que me gustaría comunicarme contigo hasta llegar a compartir una visión lo más acabada posible del Sacramento que el día 12 se va a celebrar. 

Mira:  

Yo creo que a un niño se le bautiza,  no esperando que comprenda lo que a través de su Bautismo acontece, sino porque somos conscientes de que lo hacemos por su propio bien. 

La conciencia y la aceptación de su condición de cristiano será el objeto sobre el que recaiga la Gracia y la virtualidad del segundo de los Sacramentos: la Confirmación. 

Con el Bautismo, nosotros no le damos ni le quitamos al niño nada: tampoco mediamos ni manipulamos su libertad.

    •  Sencillamente es Dios quien se persona en su alma,
    •   y nosotros lo favorecemos, conocedores de que de ello depende su plenitud humana y su auténtica felicidad. 

Y aunque es verdad que la presencia de la Santísima Trinidad en el alma humana no puede circunscribirse a una actuación humana concreta por cuanto que la transciende (me refiero a la celebración de un Sacramento propiamente dicha), también lo es que el Sacramento del Bautismo es el modo ordinario previsto por Dios para que se establezca la comunicación entre los seres humanos y Él. 

Esto no excluye la posibilidad de que Dios se comunique con un ser humano del modo que estime conveniente, en el momento que estime conveniente, o según su voluntad, ni tampoco la posibilidad de que a través de las obras de ese ser humano y porque esto sea así, se manifieste en él mismo actuando,  de un modo idéntico a como se verifica a través del Sacramento del Bautismo si ésa es su voluntad,  la presencia y el poder de Dios. 

Espero que mi razonamiento pueda aportar algo de luz a la conversación que venimos manteniendo, y que nuestro diálogo siempre se desarrolle con el mismo afán de amor a la verdad. 

Te quiere, tu tiísima (ella me llama así)”.  

 

1 comentario

Luis -

Un abrazo.
El padre de Pablo.