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::: Dorotatxu :::

Diálogo entre amig@s

¡NOS MUDAMOS!

Como ya comentaba y habréis tenido ocasión de comprobar si habéis intentado abrir nuestro blog a lo largo de aproximadamente un mes, la página ha dado multitud de problemas por lo que hemos decidido trasladarnos. La nueva dirección es: http://dorotatxu.blogspot.com

 

Allí nos encontraréis si así lo deseáis, pero antes de despedirme de esta página que tantas satisfacciones me ha dado, quisiera agradeceros a todos vivamente vuestra participación. No hubiera sido posible sin ella, así que esker’ik asko eta laster arte (muchísimas gracias, y hasta pronto)

 

Dorota.

LA SANGRE DEL PELÍCANO

Nuestro amigo Alfredo nos propuso la creación de un club de lectura. Yo me temo que como tal club me va a ser posible llevarlo a cabo, pero podríamos hacer un intento. El pasado día 14 aparecía en la revista Zenit una entrevista con el autor de “La sangre del pelícano”, un thriller policíaco que está resultando un éxito de ventas. Miguel Aranguren (que es su autor) dice ser el primer sorprendido por la acogida de su novela (editada por LibrosLibres).

Según la trama, el sacerdote Albertino Giotta escapó hacía años de las garras del diablo, pero el príncipe de la mentira vuelve para urdir una terrible venganza. La batalla entre el bien y el mal no tendrá cuartel. Albertino Giotta y el comisario Luigi Monticone se enfrentan –con la fuerza de la fe y la astucia- a unos horribles e inexplicables crímenes en la peor crisis de la Iglesia.

Es esto lo que Miguel Aranguren nos dice sobre su novela:

- Tal y como se encuentra el mercado editorial (exceso de publicación de novedades, focalización en muy pocos títulos gracias a costosísimas campañas de marketing y publicidad, poco espacio físico en las librerías y concentración de las ventas literarias en las grandes superficies), ¿cómo se explica el éxito de «La sangre del pelícano»?

- Miguel Aranguren: Como autor no tengo una respuesta sencilla a los miles de ejemplares vendidos. Tal y como usted plantea, no es fácil hacerse un hueco en el mercado literario. Sin embargo, los lectores están a su vez cansados de que la pauta de la buena literatura esté marcada por personas ajenas al escritor, es decir, que sean los publicistas quienes decidan qué hay que leer. Por otro lado, «La sangre del pelícano» echa un pulso a tantas novelas de intriga espiritual que desde hace diez años vienen poniendo en jaque a la Iglesia y a la Verdad.

- ¿Se refiere a «El código da Vinci»?

- Miguel Aranguren: Pienso que «El código» es sólo la punta del iceberg de un plan bien definido para dañar desde el ámbito literario a la Iglesia y a las verdades que ésta custodia. Si no fuera así, cuesta entender el empeño de novelistas y editoriales en utilizar un asunto ajeno (está claro que quienes escriben para hacer daño a la Iglesia no pueden considerarse buenos cristianos, es decir, que sus argumentos les son ajenos) con la insistencia de quien ha encontrado una bicoca. Muchos novelistas no salen de lugares comunes para plantear sus tramas: sacerdotes corruptos, monjes que esconden secretos que ponen en jaque las raíces de la propia Iglesia, papas malvados y, lo que es más grave, un pueblo engañado y que se deja engañar.

- Uno se podría cuestionar por qué le preocupa a usted que haya novelistas que quieran hacer de todos esos temas la base del argumento de sus libros.

--Miguel Aranguren: Se trata de una cuestión de principios. El escritor ha recibido un don para comunicarse con los demás y tiene la obligación ética de utilizarlo bien. Basta un análisis somero de la historia de la Iglesia para llegar a la conclusión de que, como institución, ha realizado un bien si cuento a la humanidad, más allá de sus propios fieles: la ciencia, las obras de caridad, la expansión de una civilización sostenida en los derechos individuales y colectivos, la igualdad... Con esta apreciación no quiero decir que en esta historia no haya habido oscuridades: los últimos papas las han reconocido y pedido públicamente perdón (algo inconcebible en cualquier otra institución humana), convencidos de que la naturaleza caída del hombre es capaz de provocar mucho mal. Pero permítame que me detenga en estos últimos pontificados: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI -por no extenderme más en el análisis- han sido y son adalides de la paz, tal como la comunidad internacional ha reconocido tras la reciente visita del Papa a la sede central de las Naciones Unidas. Por todos estos motivos, es de justicia que cuando se novelan asuntos vinculados al cristianismo, los escritores sean consecuentes con la realidad. Por puro sentido común. Por puro sentido de la justicia.

- Tal vez la clave se encuentre en saber si la fe puede ser motivo de novela.

- Miguel Aranguren: ¿Por qué no? La espiritualidad es intrínseca al hombre, así que su sed de Dios puede ser motivo de novela. Es más, se trata de la dimensión más profunda del ser humano y, por tanto, de la más apasionante ya que ilumina el resto de nuestro actuar. Eso sí, hablamos de fe, no de una caricatura más cercana a la superstición o a la superchería. En ese sentido, tengo presentes aquellas líneas en las que Juan Pablo II, en su carta a los artistas, pedía que volviésemos los ojos a la Verdad porque la Iglesia necesita de artistas (de novelistas, por qué no) del mismo modo que los novelistas necesitan de la luz que custodia y transmite la Iglesia.

- Háblenos de estos primeros meses de vida de «La sangre del pelícano»...

- Miguel Aranguren: Empezaré confesando que ninguna otra novela de las que he publicado me ha dado tantas alegrías. Piense que nos referimos a una novela de suspense policíaco, un mero entretenimiento y, sin embargo, los lectores se enfrentan a sus páginas con la pasión de quien contempla algo auténtico. Yo creo que no se debe sólo a la trama (unos misteriosos asesinatos que implican de manera directa a un sacerdote que, antes de su conversión había tenido una vida disipada), sino a la personificación de los dos contrapesos de la Historia.

- ¿A qué se refiere?

- Miguel Aranguren: Al Bien y al Mal en toda su dimensión. Al tratar del Bien, «La sangre del pelícano» no presenta a personajes cándidos, blanditos, sino a auténticos ejemplos de fortaleza. Y no sólo me refiero a Juan Pablo II y a la beata Teresa de Calcuta, protagonistas secundarios de la novela, sino a los miembros de la Iglesia perseguida en China que, quizá, han concitado más emociones que ningún otro pasaje del libro. También el protagonista, el párroco Albertino Guiotta, da auténticas lecciones de esperanza en tiempos de tribulación y, por qué no decirlo, el comisario Luigi Monticone, que refleja de alguna manera al hombre de hoy, que alberga en el corazón, tal vez muy escondida, la presencia de Dios

- ¿Y el Mal? ¿De qué manera aparece en «La sangre del pelícano»?

- Miguel Aranguren: El Mal aparece de muchas maneras. Desde la forma más atractiva y seductora (el pasado de Albertino Guiotta antes de encontrar a Dios) hasta su rostro más auténtico: el mismísimo Satanás. Porque en la novela el diablo juega un papel importante. He querido que el público se diera cuenta de la presencia del Príncipe de la mentira en nuestro mundo, así como de su ira cada vez que logra alguno de sus objetivos. Porque a Satanás el mal sólo le mueve a una mayor desesperanza, a un vacío más grande. Su destino es la soledad del infierno frente a la felicidad sin límites que Dios prometió a quienes le sigan. Y sabe que ha perdido la batalla, a pesar de que los signos externos puedan indicar lo contrario.

- ¿Cómo reaccionan sus lectores ante esta manera tan rotunda de plantear la trama de la novela?

- Miguel Aranguren: La sensación que me llega por sus comentarios y correos electrónicos es que agradecen la claridad de ideas. Es cierto que «La sangre del pelícano» es sólo una novela, es decir, que no se trata, ni mucho menos, de un tratado teológico ni de un manual de ascética. Busco el entretenimiento, pero un entretenimiento que no esté enfrentado a la realidad. Lo que se narra en las cinco localizaciones del libro (Roma, París, Granada, Cantón y Nueva York) es posible, y eso provoca una identificación casi inmediata del público con los dos héroes de la novela: Albertino y Luigi, con los que sufren y disfrutan de sus aventuras.

- ¿Veremos pronto una segunda parte?

- Miguel Aranguren: Aunque ahora estoy embarcado en otros proyectos literarios, no tengo duda de que Albertino Guiotta y el comisario no me quieren dejar tranquilo... No se tratará tanto de una segunda parte, porque el caso de «La sangre del pelícano» está cerrado, como de enfrentar a esta pareja tan singular a nuevos retos ante los que la fe y el ingenio humano puedan ganar la partida.

A mí este texto ha conseguido despertarme la curiosidad, y considero que puede ser un buen compañero de viaje. Como os he dicho, mañana mismo iré unos días a Roma y espero llevármelo en la mochila. A mi vuelta ya os contaré.

16ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Martika. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios

15ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Joaquim. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios

SOBRE LA PROSTITUCIÓN

Escribiendo en las páginas de opinión de Los Ángeles Times, el 12 de marzo Patty Nelly, profesora de antropología en la Universidad George Washington, afirmaba que la prostitución es parte de nuestra cultura y debería despenalizarse.

Desde Canadá, la articulista NET Heer comentaba que es probable que los políticos frecuenten prostitutas con regularidad. De igual forma, en su artículo del 12 de marzo opinaba que la prostitución debería considerarse sólo otro trabajo  más y legalizarse.

Antes del escándalo Spitzer, David Aaronovitch, columnista de opinión del Times de Londres, afirmaba en su artículo del 15 de enero que no veía nada malo en que se pagara por sexo entre adultos. Las autoridades británicas han debatido desde hace tiempo posibles cambios en las leyes sobre prostitución, aunque cualquier cambio parece haberse dejado de lado por el momento.

Algunos artículos de periódicos ingleses se oponían a cualquier legalización. El 19 de enero el Times informaba de un libro publicado recientemente en Francia por una persona conocida únicamente sólo como Laura D., de 19 años. Pagó su primer año de estudios universitarios trabajando como prostituta y escribiendo el libro para advertir a otras que no siguieran su ejemplo.

En su libro, según el Times, describe lo desagradable de la experiencia, tachándola de dominación económica. También afirmaba que, incluso tras abandonar la actividad, es difícil tener una relación con el sexo opuesto.

Janice Turner, escribiendo el 23 de febrero en el Times, comentaba que la mayor parte de las  mujeres implicadas en la prostitución desean escapar. Describía los burdeles legalizados en Holanda como “imanes del crimen organizado, de los traficantes de droga”. La situación de los centros legalizados para la prostitución en Nevada o es mejor, añadía, con muchas mujeres que sufren un trato cruel.

En Canadá, en el periódico Nacional Post del 13 de Marzo, Bárbara Kay contestaba al artículo de Jeet Heer, afirmando que la prostitución de ninguna manera es un trabajo más. “Las prostitutas hacen algo que es fundamentalmente deshumanizante para dar acomodo a instintos que en un verdadero “mundo mejor” serían canalizados a relaciones más fructíferas y dignas” afirmaba Kay.

“Vender tu cuerpo no es un comportamiento del que se pueda estar orgulloso, puesto que como humanos nos construimos psicológicamente, el sentido de respeto propio de una mujer está invariablemente ligado a su comportamiento sexual”, añadía.

Coincidiendo con la aparición de los detalles sobre el caso Spitzer, se publicaba un libro en Gran Bretaña que examinaba el tema de la política de gobierno y la prostitución. En “Prostitución, Politics and Policy”  (Prostitución, Política y Programas Políticos) (Routledge Cavendish), su autor Roger Matthews, recogía sus conclusiones de 20 años de investigación y estudio de la prostitución.

Matthews, profesor de criminología en la universidad londinense de South Bank, apuntaba algunas desventajas de la legalización de la prostitución. Quienes están a favor de su despenalización describen la prostitución como un crímen sin víctimas, observaba. Esto, replica, es una afirmación muy superficial.

Quienes están implicados en la prostitución, especialmente las mujeres que la practican en las calles, constituyen el grupo social con más víctimas, sostiene Matthews. Muchas de las mujeres implicadas tienen largas historias de abusos y abandono, y un gran número son adictas a las drogas. Las estimaciones varían, observa, pero los estudios llevados a cabo en diversos países apuntan que del 50 al 90% de las prostitutas callejeras han sufrido abusos o abandono cuando eran niñas.

Como grupo también es probable que sufran de falta de hogar, desempleo y pobreza. Su vulnerabilidad y su baja autoestima suelen hacer que muchas de estas jóvenes sean explotadas por quienes las llevan a la prostitución, añadía Matthews.

Al  contrario de quienes presentan la prostitución como una elección libre o como un medio de liberación para las mujeres, Matthews apunta que muchas de las mujeres lo hacen para financiar su dependencia de las drogas o para lograr dinero para otras necesidades acuciantes. También citaba investigaciones que apuntaban que del 10 al 15% es el número de las que se ven obligadas por proxenetas a prostituirse.

Los medios algunas veces presentan una visión de la prostitución llena de glamour, pero según Matthews "detrás de la fachada de independencia y autonomía hay un gran número de mujeres desilusionadas, cuyo sentido de autoestima está continuamente erosionándose". Un problema que se vuelve más penoso conforme las mujeres envejecen y empeora su aspecto.

La legalización, junto con el hecho de sacarla de la calle, puede parecer que resuelve algunos problemas asociados con la prostitución, pero esta opción sólo es activada superficialmente, explica uno de los capítulos del libro.

Matthews ha considerado la experiencia del estado australiano de Victoria y ha descubierto que la legalización no sólo ha llevado a una explosión en el número de burdeles, sino también a un aumento de la prostitución ilegal. Las condiciones laborales en muchos casos no han mejorado y ha aumentado el número de mujeres sometidas a tráfico. La violencia contra las mujeres, otro problema asociado con la prostitución, ha aumentado igualmente con la legalización.

Los mismos problemas han surgido en Holanda, comentaba Matthews, lo que en los últimos tiempos ha llevado a las autoridades a cerrar muchos burdeles legales. En cuanto a Alemania, afirmaba que más bien que reducir la prostitución callejera, la legalización ha animado a su expansión.

En cuanto a la afirmación de que los análisis sanitarios regulares llevados a cabo en los establecimientos legalizados son una medida positiva, Matthews mantenía que ésto es muy poco para mejorar el tema puesto que los análisis no se realizan a los clientes. Los análisis sanitarios, continuaba, son de un valor limitado y pueden incluso llevar a una falsa sensación de seguridad

Hasta aquí una coleción de respetables opiniones, pero a mí me gustaría saber vosotros qué opináis.

No se trataría de juzgar a nadie, sino de formarnos una opinión entre todos, ¿lo intentamos?...

Quizá podríamos empezar por no ser sexistas, y por hablar además de cuántas clases de prostitución hay...

CONTINUACIÓN A LA PREGUNTA 13ª

Quizá porque la extensión de los anteriores sea grande, me encuentro en esta ocasión que no puedo incluir mi último comentario en torno a la pregunta que realizaba Hola. Las intervenciones anteriores en ella las encontraréis. Sólo me queda incluir el comentario pretendido que dice así:

Sólo dos cositas, querido Hola.

El ser ancian@ no es ningún valor. Tampoco lo es la ancianidad.

El reconocimiento de un valor supone la plasmación de algo intrínsecamente bueno y susceptible de considerarse valioso por el ser humano.

La consideración y el cuidado de las personas ancianas será un valor social por tanto, siempre que se traduzca en la consideración de sus circunstancias y en el respeto que les es debido, y en otro caso, no.

Por lo demás, cuanto sugieres es muy interesante, pero tal vez sea mejor (como en el caso de la ancianidad) que vayamos centrándonos en ejemplos concretos…

En cuanto a la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza que planteas, te aclararé que las mismas no son propiamente valores, sino “hábitos operativos buenos”, es decir, virtudes.

Estas cuatro son las cardinales, y junto con las tres teologales (fe, esperanza y caridad) constituyen lo que se ha dado en llamar el “cuerpo de las virtudes”.

Unas y otras se diferencian por su objeto, porque mientras el objeto de las virtudes teologales es Dios mismo, el objeto propio de las cardinales es el bien moral, es decir, la ordenación de nuestros actos en orden al fin sobrenatural.

Como hábitos operativos que son, disponen al entendimiento y a la voluntad para obrar según el juicio de la razón iluminada por la fe.

El reconocimiento de estas virtudes se encuentra ya en el paganismo grecorromano –según dice la Wilkipedia-.

En Platón, por ejemplo, se encuentran asociadas tres a cada una de las partes que tiene el alma según su teoría, y así, la virtud de lo racional es la prudencia; la de lo irascible es la fortaleza; y la de lo concupiscible es la templanza. La cuarta, que es también la virtud más importante de todas, es la justicia, que nace cuando cada una de las partes del alma cumple bien su tarea y viene a ser así una virtud rectora encargada de cohesionar las otras tres.

También se encuentran formuladas estas virtudes en Cicerón y en el emperador Marco Aurelio.

No se si nos habremos acercado un poco a lo que querías, querido Hola, pero me temo que –salvo que quieras que empecemos una serie nueva con las virtudes- poco más te puedo decir.

13ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Hola. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios

12ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una pregunta de Dorota. Para leerla y poder opinar, tendríais que pinchar en comentarios