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UNA CIERTA INTERPRETACIÓN

En un “ratico” de conversación, vamos a tratar de elaborar entre todos una cierta interpretación de lo que la vida (o la Vida) es. Lo haremos en base a vuestras aportaciones, e intentando a partir de ellas dar forma a lo que yo considero la base de su realidad. 

Lo primero que me llama la atención, es que todos coincidimos en la consideración de que la vida existe, aunque realmente no existan razones científicas que demuestren su origen, o que permitan llegar a su definición.  

Sencillamente sabemos de ella a través de la observación de sus efectos sobre “los vivientes”, es decir, sobre los que tienen –o tenemos- “en base a ella” su participación. 

En lo que parece que coincidimos también, es en que la vida se comparte, y en que en tanto que es y permite la participación de cada uno de los vivientes, tiene una duración.  

Sin embargo, la vida es anterior y discurre con posterioridad a la existencia de cada uno de nosotros, y así, en nuestro transcurrir, todos tenemos ascendientes, y previsiblemente podríamos tener descendientes, pese a que nosotros hubiéramos dejado ya de existir. 

Pues bien.

Esto, que se nos hace sensible a través de la mera observación, no nos resulta tan patente al considerar que es exactamente lo que ocurre con la vida intelectual.

Parece que no la considerásemos vida, y sin embargo, es éste el tipo de vida más propiamente humano y que nos hace “semejantes” a Dios.

De ella participamos por tener un co-principio espiritual en nuestra naturaleza que nos permite asimilar como propias las formas sustanciales de otros seres (que no su materia) mediante el conocimiento, lo que posibilita también nuestro modo de relación con Dios.  

A partir de ahí,

  •  porque la vida intelectual es una realidad, 
  • porque participamos de ella,
  •  y porque es en nosotros una realidad a través del conocimiento,
    • es por lo que llegamos a concebir ideas,
    • las desarrollamos,
    • las compartimos,
    • y las generamos y/o desechamos (funciones éstas como decía JML, comunes a todo viviente)

Luego hablaremos de la vida mística, pero antes vamos a insistir que lo que l@s vivientes son –el que tengan un modo de actuar, de ser y de relacionarse de acuerdo con cada una de las naturalezas- supone también su existencia. 

Quiere esto decir, que su acto de ser –ya recordaréis: esencia más existencia- comienza por un “puntito”, por una puesta en marcha, por un “stand by” de sus capacidades, a partir del que se origina su participación en la vida. 

Este stand by afirmamos que en todo caso no depende de nosotros, porque si así fuera no habría muertos, ¿no creéis?... 

Pues bien. 

Dando esto por supuesto, continuaré diciendo que somos unos en otros, y que somos unos con otros en función de los actos que cada uno dentro de su naturaleza realiza, o que su respectiva naturaleza permite que con ellos se realicen (me refiero a los seres inanimados). 

Así pues, considerando al conjunto de seres que son, y para explicar además el modo en que existen –que no su existencia-, me parece muy adecuada la segunda definición que nos daba JML en términos científicos (“La vida es la propiedad de algunos sistemas complejos de utilizar energía del medio para mantener un orden interno que de otra manera se disiparía mucho más rápidamente en el entorno”, nos decía). 

Sin embargo, en su intervención Begoñi nos introducía en una dimensión que, siendo complexiva de la anterior al mismo tiempo la transciende, al decirnos que “La vida es una forma de manifestación, una continua transformación del ser en la que participa todo el universo”. 

Como definición a mí se me antoja completísima, porque efectivamente contempla la manifestación de algo que previamente es  y de lo que, en continua transformación, participa todo el universo. 

Pero vamos a hablar ahora un poquito sobre el modo en que participamos nosotros –los seres humanos- en esa manifestación. 

La comunicación –que nos es posible en virtud de nuestra naturaleza espiritual como antes hemos dicho- con “ese Algo que previamente es” nos adviene a través de nuestra vida intelectual. 

Y porque sobre nosotros actúa esa Vida subsistente de la que participamos,

  • porque somos capaces de incorporarla a nosotros mismos vía conocimiento,
  • y porque sobre nuestra naturaleza son sensibles sus efectos,
    • comprobamos que llegamos a tener fe (por encima de nuestro conocimiento meramente intelectual),
    • una fe que justifica nuestra esperanza (porque nos lleva a reconocer a Dios como nuestro fin último)
    • y que motiva nuestra caridad (perfeccionando así lo que Sto. Tomás llamaba el doble momento de la voluntad –la opción, y la ordenación de actos- en aras a su consecución)
      • con los consiguientes efectos inmanentes (evolucionamos así en nuestra dimensión mistérica)
      • y transeúntes (damos con ello continuidad muy a menudo por encima de nuestras capacidades, a la obra de Dios).

 Por si alguno está despistado, os recordaré cómo os decía que nuestros actos producen dos tipos de efectos: unos que recaen sobre el sujeto que los ejecuta (los inmanentes), y otros que recaen sobre su entorno (los transeúntes).  

Pero sigamos con lo que estábamos diciendo. 

De que esto es así se tiene conocimiento a través de la experiencia de Dios. 

Pero aunque la experiencia de Dios es algo personal, es sin embargo compartible en tanto que se da, pero no se puede compartir si previamente no se conoce. De hecho, podríamos hablar de ella, pero sin comprenderla.  

Es más.  

Supuesta esa experiencia, podríamos incluso no comprendernos entre nosotros… 

Pero no  sería porque hubiera contradicción en la vivencia, sino porque en tanto que concebida y desarrollada como idea por seres humanos, hubiéramos llegado a diferentes formulaciones. 

Éste es el caso de lo que plantea Begoñi en la segunda parte de su intervención, en relación con lo que venimos manteniendo cuantos creemos en nuestra llamada a compartir como individuos y como humanidad nuestra vida perdurable con la humanidad y la Vida del Cristo Resucitado.  

Lo que sí os diré, es que –a mi modo de ver- el negarse tanto ante la existencia como ante la posibilidad de participar en una experiencia mistérica para la que el ser humano no sólo es capaz sino que para eso ha sido creado, constituye una negación no sólo a la posibilidad de desarrollar por sí mismo una dimensión que le es propia y constitutiva, sino un querer cerrar los ojos a la realidad. 

Dejadme deciros por último, que aunque la vivencia cristiana no tenga modo de demostrarse mediante las ciencias empíricas (al menos de momento, o al menos eso es lo que decís alguno de vosotros), de sus efectos se ocupan dsciplinas como la fenomenología, la psicología, la física, la historia, el arte, la medicina…

… sencillamente porque existe y además es real. 

Hasta aquí llego yo con mi razonamiento, chic@s.  

Ahora es vuestro turno para opinar... 

15 comentarios

Dorota -

Esto merece sin duda un artículo, Joaquim.

Si te parece, lo incluiré como tal.

En cuanto a si cristiano y católico, cristianismo y catolicismo son sustantivos o adjetivos, yo creo que los cuatro son sustantivos.

Pero lo que yo te quería decir, es que el catolicismo, como modo de ser cristiano, le es consubstancial, es decir, que no hace sino adjetivar al cristianismo.

Joaquim -

Creo que tanto cristianismo como catolicismo son sustantivos, los adjetivos serían cristiano y católico, ¿no? Inicialmente todo cristianismo se pretendía universal y auténtico heredero de Cristo. Actualmente, también.

Dos: ¿Cómo la vida después de la muerte se ajusta a la doctrina de la resurrección general? No se ajusta: si se vive después de la muerte carece de sentido la resurrección de los muertos (si después de morir pasamos a otro estadio para que queremos resucitar nuestro cuerpo), a no ser que el concepto resurrección lo “reinterpretemos” como vivir después de la muerte. Pero eso sería moldear las ideas a lo que queremos creer.

El judaísmo primitivo no creía en la resurrección de las almas ni en la vida después de la muerte. Su Dios les guiaba, les proveía de alimento y tierra, en definitiva les otorgaba una vida más agradable aquí en la tierra. Para ello firmaron un contrato, si lo cumplían todo bien, si lo incumplían, aunque sólo fueran unos pocos los incumplidores, palmaban todos. ¿A alguien le suenan los saduceos, es decir, la casta sacerdotal del Templo de Jerusalén? Eran los representantes de ese judaísmo primitivo; si alguien busca información sobre ellos encontrará a la primera que no creían en la resurrección. Como concepto era parecido a la religión olímpica de griegos y romanos.

Después llegaron Platón y el platonismo y la cosa se complicó, pero supongo que queda clara la diferencia entre que un muerto resucite y que el alma sea inmortal. Que una cosa es la resurrección de los cuerpos muertos y otra bastante distinta la vida eterna más allá de la muerte física.

De la Parusía ya nadie habla porque nadie Le espera, ya no hay tensión escatológica. Si el juicio lo tenemos en la otra vida ¿para qué tendría que volver Jesús a juzgar a vivos y a muertos y a instaurar el Reino de Dios en la Tierra? Seguro que habrá quien me diga que no hay contradicción alguna y que los católicos del 2.008 creen lo mismo que los judíos nazarenos del 40, que nada ha cambiado, que todo sigue igual.

Joaquim -

He dejado mi anterior comentario sin darme cuenta de que habías dejado el tuyo. Bueno mi error en la creencia de que preparabas algo sobre la vida mística estaba en este párrafo:

“Luego hablaremos de la vida mística, pero antes vamos a insistir que lo que l@s vivientes son –el que tengan un modo de actuar, de ser y de relacionarse de acuerdo con cada una de las naturalezas- supone también su existencia”.

Mea culpa.

Las otras objeciones y cuestiones que me planteas las dejaré para más tarde. Saludos.

Joaquim -

Bueno, ahora sí he terminado la lectura más o menos comprensiva de todo lo excogitado y, efectivamente, todo es tan "simple" como vivir y actuar movidos por el Espíritu de Dios (Dorota dixit).

Dorota -

Dices cosas interesantísimas, querido Joaquim.

Dos “divergencias”:

Es cierto que no es lo mismo cristianismo que catolicismo, sencillamente porque el primero es un sustantivo, y el segundo un adjetivo. El cristianismo ha de ser en todo caso católico (es decir, universal).

La segunda es, que sobre la Segunda Venida de Cristo y sobre la Resurrección de los Muertos que dices, habla (entre otros documentos) la Encíclica de Benedicto XVI recientemente…

¡Pero el resto todo son concordancias!

Geniales hasta las expresiones:

1. Esta división entre ortodoxia creyente y ortodoxia atea, con pocos matices en cada bando, empobrece nuestra sociedad.
2. Creo que se puede tener una mente abierta, netamente científica y racional, al mismo tiempo que mística.
3. Dios, si existe, sólo importa en la relación con nuestros semejantes, que es dónde le descubriremos

Y un tema, por último, sobre el que podemos seguir charlando si tú quieres:

“la resurrección de los muertos del Credo y la actual creencia en la inmortalidad del alma son conceptos contradictorios”

Tal vez si nos explicas lo que nos quieres decir…

Y por último, no se lo que has querido decir con que esperas un post dedicado a la vida mística, porque si has hecho algún otro comentario o pregunta, de momento no lo he recibido…

Un cordialísimo saludo.

Joaquim -

Vaya por delante que introduzco mi comentario sin haber leído las dos últimas intervenciones de Hola y Dorota, pero ya que son comentarios-río los dejo para después.

Leído con más detenimiento el primer comentario de Hola me parece que plantea una cuestión crucial para aquel que se acerca al hecho religioso. ¿Cómo es posible que el cristianismo se proclame heredero de una Revelación que a menudo y en gran medida contradice los logros del conocimiento científico? Es algo que cae por su propio peso. Tal como lo veo el primer escollo está en confundir cristianismo y catolicismo. Actualmente, no sólo hay más de una posición frente al legado de Jesús de Nazaret sino que en el pasado las ha habido incluso más numerosas. Por tanto, una posición responsable frente a todo esto estaría en efectuar un laborioso trabajo de separar el grano de la paja. Porque realmente hay mucha paja, conceptos muy antiguos que sólo responden a una visión de un mundo que ya no existe. ¿Alguien se ha preguntado porqué desde hace muchos siglos se pasa de puntillas sobre la segunda venida de Cristo a juzgar a vivos y a muertos?

Comprendo que la divinidad de Cristo es absolutamente esencial para el catolicismo, pero es al mismo tiempo precisamente esta cuestión tan debatida la gran debilidad del catolicismo. Es ese todo o nada actual lo que aleja a una mayoría de un mensaje mucho más racional y coherente de lo que puede parecer. Esta división entre ortodoxia creyente y ortodoxia atea, con pocos matices en cada bando, empobrece nuestra sociedad. Creo que se puede tener una mente abierta, netamente científica y racional, al mismo tiempo que mística.

Quien se acerque a los Evangelios con espíritu científico y con la adecuada ayuda podrá empezar a comprender qué ocurrió hace dos mil años y qué respuestas (el plural es importante) e interpretaciones se dieron al hecho (hace días Martika hizo una pregunta muy atinada a todo esto). Podrá ver la enorme distancia que hay entre Jesús y los concilios de Nicea y Calcedonia que establecieron la actual ortodoxia, que la resurrección de los muertos del Credo y la actual creencia en la inmortalidad del alma son conceptos contradictorios, que el Evangelio de Marcos es en buena medida anticatólico y muchísimas cosas más. Pero al final siempre queda lo importante, no sé si históricamente cierto, pero lo esencial al fin y al cabo: que Dios, si existe, sólo importa en la relación con nuestros semejantes, que es dónde le descubriremos. En buena medida, eso es lo que escribieron los que vieron y escucharon a Jesús.

Por lo demás, podemos seguir elucubrando acerca de la existencia y de la inexistencia de Dios sin llegar a ningún resultado positivo. Y un simple apunte por si sirve de algo: antiguamente no se distinguía entre cuerpo y alma sino entre cuerpo, alma y espíritu. Por mi parte, espero con deleite el post dedicado a la vida mística después de haber dejado otro comentario-río.

Gorka 97 -

Muy bueno el diálogo entre Hola y Dorota.
Copio la frase final de Dorota:
"El conocimiento de esto, no es “explicable” (aunque suponga un intento de transmisión de su conocimiento), sino “experimentable”, y comprenderás que no le puedes decir que no es real a una persona que sabe que en ella es real, ¿no crees?…"

Dorota -

La Vida es y existe, querido Hola. Necesita un soporte para manifestarse.

Veo que al menos como existente en el género humano consideras que el hecho religioso se da en todas las comunidades y de cualquier época. Pero que exista en el género humano, supone su pre-existencia, ¿no crees?...

Que esto sea así, me temo que no depende de un análisis racional ni del tipo de pruebas que para demostrarlo se realicen.

En un intento de hablar de ello con categorías humanas, y porque por supuesto nuestra visión es limitada como decíamos ayer, se dan diversas “versiones” explicativas de la participación del ser humano en una dimensión transcendente.

Y por supuesto, querido Hola, que la distribución de las creencias en el globo terráqueo tiene que ver con las culturas, precisamente porque es así como se comparten las ideas.

No veo grandes contradicciones entre lo que tú y yo mantenemos, o al menos lo que tú mantienes a mí me parece razonable (tal vez sea porque yo he dudado antes que tú muchas veces).

Desde luego que estamos hablando de una experiencia religiosa que tiene lugar en El Cristo y como os decía, porque participamos en su naturaleza humana y en su Gracia creada.

Esta experiencia se tiene por la acción de la Vida divina sobre el ser humano por efecto de la Gracia, como también os decía, sea cual sea nuestra genética.

En esto creemos los cristianos: en que somos y actuamos “movidos” por el Espíritu de Dios.

El conocimiento de esto, no es “explicable” (aunque suponga un intento de transmisión de su conocimiento), sino “experimentable”, y comprenderás que no le puedes decir que no es real a una persona que sabe que en ella es real, ¿no crees?…

Te advierto que siempre es un placer charlar contigo.

Hola -

Bueno, efectivamente detracto, detracto…

¿no te parece del todo incoherente defender que la vida requiere un soporte para darse, en la misma frase en la que dices, que hacerlo sobre fideos no es crear vida por no hacerlo de la nada?... ninguna vida se “crea” de la nada, tampoco la que hay en la tierra, y los fideos no es una excepción (aunque hacerlo con fideos en una sopa sin fideos sí que tendría mucho mérito :)

Por lo demás, el hecho religioso sí es algo constatable, desde luego, y “estudiable”, nadie dice lo contrario, estudiable por la psicología, incluso la biología, la genética, entre otros, todas esas disciplinas lo conocen… cosa bien distinta es su origen, la razón de su existencia en el ser humano, y la veracidad de la “vivencia” que genera en algunas personas… Ya se ha mencionado por aquí predisposiciones genéticas, desde el punto de vista evolutivo y su beneficio de cara a la supervivencia de las especies, como también se estudian condicionantes sociológicos, psicológicos, que describen su origen y su existencia... Las teologías, metafísicas, etc, se centran en otra faceta bastante diferente a la anterior, al no estar satisfechos por la rama “racional” de su estudio. En realidad que el “hecho religioso” exista en el género humano no tiene nada de trascendente, salvo para el que quiera verlo, claro, y como siempre…

¿pero acaso el mero de hecho de la existencia del llamada “hecho religioso” implica que exista Dios?... Me temo que no, como vemos con claridad con manifestaciones del hecho religioso que no coinciden con las nuestras, como por ejemplo, la mera creencia en la influencia de los astros vía horóscopos, la creencia de espíritus en casas abandonadas, y si me apuras, los avistamientos de OVNIS puestos de moda tiempo atrás, no justifican su existencia (con perdón a los seguidores de estos tipos de fe). El hecho religioso tiene una explicación racional, pero como se ha dicho anteriormente, aunque a día de hoy no la tuviera, tampoco significaría gran cosa… lo dicho, para el que así quiera verlo…

Esto último me obliga a dejar otra pregunta en el aire, ¿por qué la distribución de las creencias en el globo terráqueo tienen tanta correlación con las culturas en las que los individuos nacen? Los religiosos de este lado del globo, “saben” que lo que creen es verdad, lo mismo que les ocurre a todos los demás religiosos del planeta, seguidores de disciplinas dispares, e incluso incompatibles entre ellas, pero todos ellos “saben” que lo que creen es verdad, y todo ello debido al “hecho religioso”. Eso sí, por si acaso los demás no lo ven tan claro, a evangelizar el planeta…

Hasta la próxima, saludos…

Dorota -

Verás, querido Hola:
Cuando yo he hecho mía la intervención de Begoñi, ha sido porque introducía una dimensión que hasta ahora no contemplabais. Pero si lo que quieres es que te diga qué es lo que es para mí la Vida, te diré que es la unión de la esencia y de la existencia.
Dicho de otro modo: la existencia actuando sobre la esencia, manteniéndola en el ser, y posibilitando que las esencias se relacionen.
Recordarás que definíamos la esencia como la forma de ser, de actuar y de relacionarse de los entes, y que decíamos también que cuantos comparten una misma forma sustancial (forma de ser, de actuar y de relacionarse) constituyen por cuanto que la integran, una misma naturaleza.
Lo que el relato de la Creación nos dice, es que Dios “creó” (es decir, partiendo de la nada) las distintas esencias (las distintas naturalezas), dotándoles también de una existencia correspondiente a las mismas.
Así, todo ser que tiene existencia real, está animado por una esencia.
En el concepto ente, por supuesto, coge la materia inanimada. También tiene su particular existencia (ya hablábamos de la unión de átomos para constituir moléculas)…
La existencia es anterior a todo ser, y por tanto, si: es antes y será antes de cada uno de los seres que vengan a ser. Por el contrario, cuando deja de mantener en el ser a los entes, los mismos se descomponen.
Supones que el razonamiento fallaría en el supuesto de que unos científicos metieran electrodos en una sopa y se consiguiera generar la vida, y te diré que para generar la vida no hace falta nada tan complicado: para generar un viviente de tu especie, te bastarías tú solito (y tu pareja, claro)… Y en cuanto a lo de los electrodos en la sopa (no puedo evitarlo, me hace sonreír la sola idea), te diré que me temo que únicamente habrían descubierto el modo en que inhiere la vida sobre los fideos, pero no hubieran “creado” vida, porque crear es hacer que surja algo “de la nada”.
Estoy de acuerdo contigo en que la vida, como tal, requiere un soporte para que pueda darse, al menos aparentemente, de la misma manera que le ocurre a la vida intelectual. Ese soporte son las esencias, y hay distintos tipos de vida según las distintas esencias como ya he dicho antes.
No tengo ni idea de lo que serán los “memes”, pero yo insisto en la idea de que efectivamente sobre el ser humano, inhiere la vida racional, la vida intelectual, y la vida mística (y separo la vida racional de la vida intelectual, para darte ocasión de que en tal separación incluyas determinadas formas sociales como la de los primates que decías, o distintas actividades de ciertos animales como los delfines o los grillos “cantantes”). No es un modo apropiado de referirse a la vida de estas u otras especies de la naturaleza animal, porque en todo caso en los animales su “racionalidad” estaría determinada como os decía por el instinto y por condicionantes espacio-temporales. En todo caso, y como también os decía, a mí me parece diferente la actividad observable en un hormiguero que la que se puede contemplar en el museo del Guggenheim, ¿no lo crees tú así?...
También estoy de acuerdo contigo en que no hay vida sin unas condiciones mínimas para ello, que son precisamente las necesarias para que el tipo de vida de la que hablemos inhiera sobre ellas, y desde luego, en que la vida intelectual requiere individuos con intelecto para darse.
Tampoco me espanta la posibilidad de que haya vida inteligente en otros planetas. Lo que sí te digo, es que si existen, serán semejantes a nosotros y que sobre ellos inherirá la vida intelectual y estarán dotados de una apertura al infinito (pero esto sí que es hacer metafísica ficción).
Me parece muy sensato lo que dices del sentido común. Es cierto que nuestro conocimiento es limitado (sobre esto ya hemos argumentado en varios artículos), sencillamente porque conocemos a través de nuestros sentidos externos y porque además debemos adecuar lo conocido en nuestro mapa conceptual. Pero no es así en el caso de la vivencia. La vivencia es un reconocimiento interno, como también llevamos argumentado.
Cualquier otra cosa que pudiera decir, me parece que sería repetirme...
Sólo voy a decir que el hecho religioso es algo constatable. Que se da en distintas civilizaciones, religiones, formulaciones…
… y que si se investiga sobre él, es porque (como os decía), existe, y es real…
Me temo que yo también me he alargado un poquito.
De todos modos, Hola, agradezco sobremanera tu intervención. Pensaba que iba a encontrarme sin detractores en esta ocasión…

Dorota -

Tus intervenciones siempre tan cercanas, querido Gorka...
Pero ahora voy a meterme un poquito con Hola, porque desde luego que su post merece una gran consideración.
Hasta siempre.

Gorka 97 -

Me ha encantado el comentario de Hola.
Yo quisiera aportar mi reflexión ante lo que tu lectura me ha sugerido.
La Fe Católica para mi tiene una base muy ciéntifica; se basa en aceptar el mensaje de Jesús. Su existencia y lo que dijo no deja de tener como he dicho una base científica al cien por cien.
Para unos sin embargo no les dice nada, pero para mi sí y tan en paz.
Esa fe católica nos trasmite a través de la palabra de Jesús, cómo es Dios y cómo es la persona humana.
Dios en Ser que no se sirve de nadie, sino que está para servir.
Y la persona humana es libre y feliz, si sigue el ejemplo de Jesús de servir y no servirse de nadie,si bajo de la montaña del egoismo para convivir sirviendo.

Hola -

Bueno, leído reposadamente el artículo, a continuación os suelto el “ladrillo” que me ha quedado a modo de respuesta, ánimo con la lectura, que no es corta, ahí va…

Cuando se habla de la vida, se da por hecho que es anterior a nosotros, y presumiblemente seguirá ahí después de nosotros, pero ¿lo hará para siempre? O acaso, ¿es que está ahí desde el comienzo del universo?...

Realmente, que, a día de hoy, no existan razones científicas que demuestren el origen de la vida, me recuerda de nuevo a la diferencia entre el pensamiento religioso y el científico que expresé en artículos anteriores… El religioso lo tiene claro, y no hay que darle más vueltas (por el momento al menos, es muy capaz de cambiar de opinión más adelante), el científico sabe que puede deberse perfectamente a una falta de imaginación que nos ha limitado hasta la fecha, o la simple mala suerte, que ha evitado el hecho de no poder reproducir ese efecto a día de hoy… ¿Qué pasará con todo ese argumento cuando en un laboratorio metan electrodos en una sopa y se consiga generar la vida?...

En realidad, a la hora de descartar cualquier suposición, es algo irrelevante el hecho de que a día de hoy, algo no se haya reproducido algo en un laboratorio.

Pero dejando eso aparte, la vida, como tal, requiere un soporte para que pueda darse, al menos aparentemente, de la misma manera que le ocurre a la vida intelectual. El sentido común da por hecho que somos nosotros, lo que me ha recordado un libro. Se trata del libro “El gen egoísta” de Richard Dawkin, el que desde aquí recomiendo leer, aunque solo sea por el hecho de que abre el espectro de lo considerado como “unidad” de vida por el sentido común, cuando popularizó la teoría de que los genes son las verdaderas «unidades» centrales de la evolución, en vez de los individuos como los animales o las plantas. En el libro, ya en sus capítulos finales, analiza también entidades de la llamada vida intelectual (creo recordar que los llamaba los “memes”), a las que asombrosamente resultan de aplicación las definiciones aquí vertidas de lo que es vida. Aunque solo sea por eso, es una lectura muy recomendable.

Hasta donde alcanza el hombre, no hay vida sin unas condiciones mínimas, aunque no siempre sean obvias, esto último, la obviedad o no de una situación, solo es cuestión de una limitada imaginación por nuestra parte… (en nuestro propio planeta tenemos vida sin oxigeno, vida sin luz, etc, etc…, en otros planetas puede pensarse en vida ni siquiera basada en el carbono, o tipos de vida que ni se nos ocurra en este momento). La vida intelectual parece requerir de individuos con intelecto para darse, aunque nuevamente estoy en desacuerdo con que se trate de la vida “más propiamente humano”. Ni, aunque así lo fuera, que sea lo que nos hace más semejantes a Dios, es algo propio de la religión católica, no del conjunto de creencias, ni mucho menos de los agnósticos o ateos, por lo que no insistiré más en ello, al considerarlo algo cultural.

Ni siquiera sabemos hasta qué punto existen o no en este momento seres igual o más desarrollados que nosotros por el universo… teniendo esto en mente, considerarse el centro de la creación (al menos así lo exigía la lógica religiosa antes), y ser los portadores de la “imagen y semejanza” de Dios, propios de la religión católica, se convierte en algo realmente improbable, dejando la fe al margen claro.

Pero no hace falta salir de nuestro planeta para evocar ejemplos, existen también razas de animales capaces de generar culturas, culturas transferibles entre generaciones, incluso entre clanes distintos, a través de la comunicación, capaces también de desarrollar métodos de actuación basados en la imaginación, o ¿incluso la “música”? ¿cantan o no cantan algunos cetáceos? ¿delfines? ¿razonan y se comunican los monos? ¿chimpancés? Imagino que la respuesta que recibiré se parecerá a: “como no lo hacen como nosotros, se parecen menos a Dios que nosotros, aunque lo nieguen los budistas...”.

Por otro lado, la definición de la vida aportada,
“La vida es una forma de manifestación, una continua transformación del ser en la que participa todo el universo”. “Algo que previamente es, y de lo que, en continua transformación, participa todo el universo”,
¿acaso no es exactamente lo que ocurre con TODO lo que nos rodea?... ¿que la distingue de los acontecimientos inanimados?…

Pensemos la situación desde un punto de vista físico, cogiendo como base la máxima “la energía ni se crea ni se destruye”, solo se transforma…
En un ejemplo mencionado anteriormente en el blog, la energía parte de la luz, y da la vida en la tierra, pero desde el punto de vista estricto, el origen no es la luz… no hay origen, como no lo hay en una circunferencia. ¿acaso eso es posible? En determinadas cosas, como en el caso de la circunferencia, o la mención a la música, estamos todos obligados a buscar analogías para asimilar las cosas, pero no debemos olvidarnos de que esto es así solo por nuestra propia limitación. Nuestro sentido común se llama así simplemente por ser lo más común en nuestras circunstancias, lo que más estamos acostumbrados a percibir, como comprenderéis, algo realmente limitado (la “vivencia” es un caso equivalente)... No podemos olvidarnos de que nuestra intuición no es infalible, ni mucho menos inocua, y de hecho, puede convertirse en una autentica traba a la hora de analizar “la realidad” (de nuevo, hay que recordar aquello de que “la potencia sin control, no sirve de nada” del artículo de JML)…
Pero bueno, a lo que íbamos, la energía antes de ser luz, estaba contenida en unos átomos de materia, liberada en el sol por reacciones nucleares, al llegar a la tierra en forma de “luz” (entre otras cosas, ya que llamamos luz solo al espectro visible por el ojo humano, nuevamente algo bastante limitado para referirse a la energía que emite el sol), en la tierra se dieron unas condiciones concretas que favorecieron la aparición de la vida, que era capaz de metabolizar esa manifestación concreta de energía, y a partir de ahí la evolución, mientras cada individuo con vida terminaba muriendo, y liberando de nuevo la energía. Realmente no es nada complicado devolver esa energía al universo (o volver a ella, según a quien le preguntes), o se alimentarán de la materia otras especies (gusanos principalmente) alargando el tránsito de la energía en los seres vivos, o se transformará cenizas y calor en un crematorio, energía que se esparcirá de nuevo por el universo por las chimeneas del mismo… Un ciclo sin fin, y quizá sin comienzo, esa sería una posible imagen de la omnipresente energía del universo, por lo demás, nada religiosa ni trascendente… ¿es posible que eso sea todo? Posible si, ¿cierto?, eso es otra cuestión, si me apuras, incluso irrelevante a escala humana…
¿cambiaría esto el hecho de poder reproducir en un laboratorio el origen de la vida? En absoluto…
Si así fuera, ¿dejaría acaso de haber muertos? En absoluto…
Por terminar, y aludiendo un poco a las últimas líneas del artículo:
“De que esto es así se tiene conocimiento a través de la experiencia de Dios. (…) de hecho, podríamos hablar de ella, pero sin comprenderla. (…) supuesta esa experiencia, podríamos incluso no comprendernos entre nosotros… (…) pero no sería porque hubiera contradicción en la vivencia, sino porque en tanto que concebida y desarrollada como idea por seres humanos, hubiéramos llegado a diferentes formulaciones. Lo que sí os diré, es que –a mi modo de ver- el negarse tanto ante la existencia como ante la posibilidad (…) querer cerrar los ojos a la realidad.”
“Dejadme deciros por último, que aunque la vivencia cristiana no tenga modo de demostrarse mediante las ciencias empíricas (al menos de momento, o al menos eso es lo que decís alguno de vosotros), de sus efectos se ocupan disciplinas como la fenomenología, la psicología, la física, la historia, el arte, la medicina… sencillamente porque existe y además es real.“
Me da la impresión de que estamos empezando por el final, si pensamos que es el mero hecho de analizar una posibilidad, lo que demuestra que la mismo es real… La clave se encuentra en la frase “en tanto que concebida y desarrollada como idea por seres humanos”… y en todo lo que ello implica… vivencias y sentido común incluidos…
Una última pregunta que no deja de surgirme, si realmente la vivencia cristiana tuviera modo de demostrarse mediante las ciencias empíricas, como se deduce en la frase “al menos eso es lo que decís alguno de vosotros”, ¿qué necesidad iba a tener nadie de no creer en ella?
Bueno, me despido desde aquí, como siempre, un saludo a todos, y enhorabuena por el artículo, que “lo cortés no tiene que ver con lo valiente”…

Daniel -

Á mí este artículo también me ha gustado, Dorota.
Lo encuentro muy bien estructurado y te felicito.
Creo que nos estás haciendo mucho bien.

Gorka 97 -

Estoy de acuerdo en todo, por su claridad
"Sin embargo, en su intervención Begoñi nos introducía en una dimensión que, siendo complexiva de la anterior al mismo tiempo la transciende, al decirnos que “La vida es una forma de manifestación, una continua transformación del ser en la que participa todo el universo”.
Como definición a mí se me hace completísima, porque efectivamente contempla la manifestación de algo que previamente es y de lo que, en continua transformación, participa todo el universo.
y precisión"
Quiero subrayar lo que aparece en este escrito:
"
Sin embargo, en su intervención Begoñi nos introducía en una dimensión que, siendo complexiva de la anterior al mismo tiempo la transciende, al decirnos que “La vida es una forma de manifestación, una continua transformación del ser en la que participa todo el universo”.

Como definición a mí se me antoja completísima, porque efectivamente contempla la manifestación de algo que previamente es y de lo que, en continua transformación, participa todo el universo.