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::: Dorotatxu :::

LA CUESTIÓN DE NO HACER CUESTIÓN

Tratábale yo de explicar a una docta amiga mis sentires a cerca de una determinada situación, cuando en un momento dado ella argumentó: “el acierto que has tenido, es el de no hacer de ello cuestión”. 

La expresión me resultó tremendamente llamativa. Era cierto: sólo cuando algo nos cuestionamos, puede pasar a formar parte de nuestro interior, incluso aunque ese algo forme parte constitutiva de nosotros mismos, diría yo. 

Es curioso que esto que no deja de ser una anécdota, me sirva para analizar la postura de las hermanas de Lázaro, Marta y María, en el Evangelio del pasado domingo día 22. En Marta, la oración, la experiencia religiosa no se planteaba dentro de una situación de ajetreo provocada por la presencia de El Señor. En María sí. 

No se si ella le esperaría (acostumbrados como estaban a esperar el advenimiento del Mesías), ni tampoco cual sería su experiencia interior.  Pero sí se que ella le reconoció: “que hizo de su presencia cuestión”. 

Ella gozaba de su presencia: podía verle con sus propios ojos, y escuchar con sus propios oídos la Palabra de Dios.  Pero no son los ojos ni los oídos los que diferencian nuestra experiencia de la de María en la relación con El Señor, puesto que la Palabra de Dios se nos ha hecho explícita, y puesto que ella le veía y escuchaba con los sentidos del Amor.

Sólo nos diferenciaría “el no hacer de ello cuestión”. Cuando ajetreados como Marta no damos cabida a la Palabra de Dios en nuestro corazón, nos perdemos una jugosa experiencia porque grande es el gozo que se experimenta en la presencia de El Señor. 

Es un sentimiento íntimo, os diré. Te sientes en plenitud ante el amante amado y te sabes digno de amor, amado y amante a la vez. Realmente tu vida cambia: te conviertes y deseas reconvertirte cada vez para permanecer constantemente en presencia del Amor. S

upongo que todos tendremos la experiencia de que alguien nos quiera pese a ser lo que somos, sin merecerlo. Pero por si no es así, os diré que genuinamente ésta es: la del sentirse enamorado por, como dirían los ingleses, “haber caído en el amor”. 

Es que la presencia del Amor en el alma enamora ¿sabéis?, y para que esto sea así sólo hay que darle cabida en nuestro corazón. Pero os advierto: ésta es una experiencia que engancha, y merece la pena hacer de ello cuestión. 

1 comentario

Virginia -

No puedo poner ninguna objecion a su texto. La lectura de Marta y Maria,es de las que mas me han gustado,porque nos recuerda que a veces lo urgente no deja paso a lo importante. que estamos inmerso tanto en esta vida que no dejamos que lo fundamental nos transcienda.