Blogia
::: Dorotatxu :::

LOS POCOYÓ DE EL SEÑOR

No era tal. Cuando lo vi, que volando estaba, parecióme un pájaro. Cuando comprobé que una manada de ellos lo rehuía, me dije que no. Vi por fin que se trataba de un simple globo: de un globo sin forma de pájaro, del que los pájaros se asustaban debido sin duda a sus radiantes colores, los cuales adornaban una figura de caballito de ésos que se venden en ambulancia. Mi nietito tuvo uno, lo recuerdo muy bien. 

Lo segundo que imaginé, fue lo que hubieran sentido Pablo si su caballito recién adquirido hubiera partido volando hacia el cielo, y el modo en que, en ese caso, se lo hubiera explicado Pocoyó.

Pocoyó, por si no lo sabéis, es un personaje que junto con sus amigos -Elly, Pato, Lula, y Pajaroto- y a través de sus aventuras, introducen a los niños en un mundo de conceptos utilizando para ello la risa y las emociones.  Su nombre se debe a que su autor –cuando también era niño, aunque quizá nunca haya dejado de serlo- rezaba antes de acostarse, la conocida y siguiente oración: Jesusito de mi vida, tú eres niño pocoyó.

La cuestión es que a veces, y para que ellos comprendan, nosotr@s también tenemos que hacernos un poco niños, como Pocoyó, y utilizando su lenguaje, utilizando también determinadas actitudes, y desde luego con una gran dosis de imaginación, mostrar o hacer comprensible a nuestros niñ@s una determinada realidad.

Pues bien.

Todos hemos crecido. Pero en ocasiones aún necesitamos la presencia de Pocoyó en nuestras vidas para que nos haga comprender -habida cuenta de las circunstancias- la voluntad de Dios. A alguien que, por encima de las circunstancias y aún habiéndolas experimentado, nos enseñe a nuestra vez a ser un poquito Pocoyó para los demás.

Digo esto, porque ante la adversidad nos cuesta creer que la voluntad de Dios se concrete en algo que no deseamos, sin darnos cuenta de que Dios nos ama aún en y aún a pesar de las circunstancias, y que su voluntad no es otra sino nuestra evolución espiritual dentro de ellas,  y únicamente para nuestro bien. Para comprenderlo, es preciso ser un señor o una señora, es decir, personas que transcendiendo nuestras circunstancias, seamos capaces de situarnos por encima de ellas.

Es curioso que esto nos lo enseñen nuestras decisiones: nuestra voluntad rendida a la voluntad de Dios.

Pero para que se produzca tal aceptación, es necesario tener alma de niñ@s, y como si de niñ@s se tratara, realizar en nosotros un proceso de aprendizaje que nos permita a nuestra vez y una vez que lo hayamos logrado, ser un poquito otros Pocoyó para los demás.

Porque sucede que cuando esto es así, es decir, cuando realmente vivimos confiados en la voluntad de Dios y hacemos nuestra voluntad conforme a la Suya, es cuando llegamos a experimentar una paz y un gozo que podemos permitirnos después con todos compartir. Alegremente, como Pocoyó.

Es a ello a lo que por medio de esta reflexión os invito, porque considero que el mundo está necesitado de numerosos Pocoyó, y que ésta es precisamente nuestra tarea.

 

7 comentarios

Martika -

Me has dejado atonita por el comentario tan cariñoso,q asi sea!!!Y si yo soy pocoyo,tu eres muchotu,porq en cuanto a experiencia religiosa tu nos aporta mucho mas.

Dorota -

Creo que el comentario sobre la experiencia religiosa que decía que un día te diste cuenta de que a Dios se le descubría de rodillas, y de que por eso decidiste quedarte así fué tuyo, Martika.
Fuiste un excelente Pocoyó para nosotros en aquella ocasión, por lo que interpreto que aparte de la valoración que te merezca la serie, tú también sigas siendo una Pocoyó decidida para hablar y para hablarnos a todos de la experiencia de Dios...

Martika -

Mi anterior comentario logicamente era un broma. Aplaudo creacciones como esta,yo creci con proyectos como barrio sesamo,o la bola de cristal,y al mergen del cariño q les profeso,les reconozco un valor educativo y creativo q me encanta

Martika -

pocoyo lo valgo!!!!

Dorota -

Distintas, pero realmente valiosas vuestras dos aportaciones, chicos. Os las agradezco. ¿Véis como todos podemos ser unos Pocoyó para los demás?...

Gorka 97 -

"Porque sucede que cuando esto es así, es decir, cuando realmente vivimos confiados en la voluntad de Dios y hacemos nuestra voluntad conforme a la Suya, es cuando llegamos a experimentar una paz y un gozo que podemos permitirnos después con todos compartir. Alegremente, como Pocoyó."
Quiero sumarme a lo escrito por Dorota.
El hombre es libre siguiendo el ejemplo de Jesús lavando los pies: he venido a servir y no a servirme de nadie.
Así seré feliz y libre. Aunque haya crucifixiones, pues la Resurección es más fuerte que la muerte; la muerte es vencida en la misma muerte.
Esa capacidad la tenemos si le dejamos actuar a Jesús, a su Espíritu.
Los enemigos son el poder y el dinero, para que seamos como Pocoyo.

Hola -

A veces es bueno no olvidar que nuestras acciones van a condicionar a las personas que nos rodean… me recuerda esa campaña de marketing que están emitiendo estos días, en la que con pequeños gestos transforman la fotografía de una realidad sombría, en una situación agradable… lamento no recordar más en este momento, ya la volverán a emitir por televisión…
Saludos a todos