Blogia
::: Dorotatxu :::

REFLEXIONES PRE-BAUTISMALES

Todos recordaremos esta fecha como la del bautizo de Pablo Gonzalo, un niño nacido del amor, por amor y para amar. En este día, la Iglesia celebra además la fiesta de Nuestra Señora bajo una determinada advocación: la de la Virgen del Pilar. A Ella acudimos en primer lugar para poner a este niño bajo su protección, y para rogarle que, bajo su especial madrinazgo,    Pablo Gonzalo sea capaz de progresar a lo largo de su vida y mediante sus actos de conocimiento y amor a Dios, en la nueva dignidad que ahora adquiere a través del Sacramento de su Bautismo, Y para pedirle también que, contando con la Gracia y con el poder del Espíritu de Dios, este niño sea capaz de hacer presente mediante sus obras y en la medida en la que de él dependa, el Reino de Dios en la tierra. Es esta una común tarea que, aún contando con nuestras deficiencias, todos los cristianos compartimos, y eso es así, porque en tanto que compartimos la Gracia, actúa sobre nosotros y mediante nuestros actos el Espíritu Santo, o, dicho de otro modo, porque por la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestras almas, sobre nosotros y a través de  nuestros actos actúa el poder del Espíritu de Dios. Es así como llegamos a ser y a actuar como hijos Suyos. No porque antes no procediéramos de sus manos, o porque no fuéramos capaces de actuar en un determinado sentido, o       sino porque desde el momento en el que sobre nosotros actúa la fuerza del Espíritu de Dios, nuestros actos alcanzan a provocar unos determinados efectos, tanto para nuestra propia evolución personal, como para las distintas realidades que establezcamos, tanto con otros seres personales, como con nuestro entorno.  Conscientes de esto, su Bautismo es la primera experiencia cristiana de la que aquellos que asumimos la presencia de Dios en nuestras vidas queremos hacer partícipe a Pablo Gonzalo.  Tras las palabras del Sacerdote, y por el poder que a las mismas les confiere el Espíritu de Dios que actúa a través de ellas, al recibir las aguas del Bautismo la presencia de la Santísima Trinidad en este niño será una realidad. Con esta presencia Dios mismo le participa del poder de su Espíritu, de modo que a partir de ese momento y como si de una maravillosa fotosíntesis se tratara, Pablo Gonzalo será capaz de sintetizar la Luz del Amor de Dios y de utilizarla en su propio provecho, de compartirla,  y de actuar en consecuencia.  Será mediante sus actos como pondrá de manifiesto esta realidad, y será mediante sus actos también como podrá participar del Amor de Dios y compartirlo con todas las criaturas.  Esto es así, en origen, porque todos participamos de la Gracia creada de Jesús de Nazaret, y eso es así también, o       porque sobre una humanidad constituida como capaz de Dios, mediante el Sacramento del Bautismo comienza a actuar sobre nosotros y desde nosotros la fuerza del Espíritu de Dios.  Esto es lo que describe exactamente la lectura que hemos elegido: Cristo, el Ungido, es bautizado. Pero es su humanidad, que no su divinidad lo que se bautiza. Es de este modo como llega a instaurarse la nueva alianza de Dios con todos los seres humanos, y es a partir de ese momento también cuando sobre el Hombre-Dios Jesucristo, comienza a actuar contando con su voluntad y mediante sus obras, el poder del Espíritu de Dios. Todos estamos llamados a esta experiencia. En realidad, ésta es la vocación de todo cristiano.  Es la Gracia del Sacramento del Bautismo la que nos capacita para responder a esta llamada. Pero para hacer este proyecto realidad, tenemos en primer lugar que ser conscientes de lo que esta llamada significa, y tenemos también que prestarle la adhesión de nuestra voluntad.  Es al hacerlo cuando alcanzamos nuestra plenitud como seres humanos, porque como decíamos al comienzo al hablar de este niño, todos hemos nacido del amor (de Dios), por amor (de nuestros padres) y para amar (para vivir el Amor). Con su Bautismo Pablo Gonzalo adquiere una nueva capacitación: La de llegar a ser y a actuar como “otro Cristo”. La de llegar a participar mediante sus obras y porque sobre ellas actúa el Espíritu Santo, en la comunión del Amor de Dios.  Nosotros somos conscientes de este hecho, y eso es precisamente lo que con gran alegría celebramos. A partir de su Bautismo nuestra comunidad contará con un nuevo miembro: Pablo Gonzalo será ya un cristiano. Con su Bautismo, nosotros vamos a renovar el compromiso de nuestro Bautismo. Nos comprometeremos también, con la ayuda de Dios, a dar ante este niño testimonio de nuestra fe y razón de nuestra esperanza.  Pero puesto que una y otra se concretan en una persona, en Jesús de Nazaret, vamos a pedirle a Dios que nunca lleguemos a desorientar a este niño con nuestras mezquindades y extravíos, sino que Pablo Gonzalo sea capaz de elevar sus ojos a Aquel de quien proviene toda ternura y descubrir en el misterio de Amor hecho realidad en la persona de Jesús de Nazaret su propio destino: una persona  muerta para la carne,   pero resucitada y vivificadora por participar en el Espíritu de Dios. Sin duda Nuestra Señora hará suyo cuanto aquí pedimos para este niño.  Con Ella vamos a desear, que lo que rogamos se haga realidad para mayor Gloria de Dios. Que así sea.

1 comentario

Martika -

Hay que matizar,que a pesar del nombre,Pablo Gonzalo no es latinoamericano sino Madrileño. Y que deseo lo mismo que la que arriba escribe.