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TEORÍA DEL CONOCIMIENTO III

POSICIÓN DE LOS AUTORES FRENTE AL CONCOCIMIENTO.

Para algunos autores, el fundamento de la posibilidad del conocimiento es la realidad, bien la sensible (como han defendido los filósofos de orientación empirista), bien la inteligible (como aquellos racionalistas que han defendido el carácter realmente existente de las entidades conceptuales o nociones generales).

El primer gran filósofo que abordó el estudio del conocimiento fué el francés René Descartes, en el siglo XVII. Descartes intentó descubrir un fundamento del conocimiento que fuera independiente de límites y supuestos. Para él, conocer es partir de una proposición evidente, que se apoya en una intuición primaria. Descartes formuló tal proposición en su célebre sentencia: "pienso, luego existo".

Kant negó que la realidad pudiera ser explicada mediante los solos conceptos y se propuso conseguir el mismo objetivo, pero intentando determinar los límites y capacidades de la razón. Si bien existen, efectivamente, juicios sintéticos apriori, que son la condición necesaria de toda comprehensión de la naturaleza (trascendentales), el ámbito del conocimiento de limita, sin embargo en el pensamiento de Kant, al reino de la experiencia.

Según el británico John Locke, representante moderado del empirismo, las impresiones de la sensibilidad sólo formaban la base primaria del conocimiento. El también británico David Hume y algunos autores neopositivistas posteriores consideraron, por el contrario, que las nociones de las ciencias formales no son empíricas ni conceptuales, sino formales y, por lo tanto, vacías de conocimiento.

De acuerdo con determinadas formas de empirismo existen otras experiencias además de la sensible, como la experiencia histórica, la experiencia intelectual, etc. En estas posiciones, a algunos de cuyos precursores - los alemanes Friedrich Nietzsche y Wilhelm Dilthey- difícilmente se les puede considerar como empiristas, el término experiencia se entiende en un sentido más amplio. Los autores más representativos de estas posiciones son el alemán Martin Heidegger y el francés Jean- Paul- Sartre, que defendieron posturas existencialistas; los estadounidenses John Dewey y William James, de orientación pragmatista; y el español José Ortega y Gasset, que mantuvo la postura que él llamó raciovitalismo, en la que vida y razón constituían los dos polos de su concepción del mundo.

EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Mientras que la epistemología ha sido entendida tradicionalmente como una teoría del conocimiento en general, en el siglo XX los filósofos se interesaron principalmente por construir una teoría del conocimiento científico, suponiendo que si se lograra disponer de teoría adecuadas que explicaran los mecanismos de un conocimiento de este tipo, podrían avanzar considerablemente por la misma vía en la solución de problemas gnoseológicos (doctrinas filosófica y religiosa que pretendía tener un conocimiento misterioso e instintivo de las cosas divinas) más generales.

La elaboración de una epistemología de este tipo constituyó la tarea abordada especialmente por los autores del Círculo de Viena, que fueron el germen de todo movimiento del empirismo o positivismo lógico. Para éstos filósofos se trataba de conseguir un sistema unitario de saber y conocimiento, lo que requería la unificación del lenguaje y la metodología de las distintas ciencias. Este lenguaje debería ser insersubjetivo - lo que exigía la utilización de formalismos y de una semántica común- y universal, es decir, cualquier proposición debía poder traducirse a él.

Lo único que puede hacerse es formular la hipótesis de la existencia de una realidad independiente de nuestra experiencia e indicar criterios para su contrastación en la medida en que una afirmación de existencia implica determinados enunciados perceptivos. No hay ninguna posibilidad de decisión respecto a una realidad o idealidad absolutas. Ello sería, en palabras de Carnap, un seudoproblema. Todas las formas epistemológicas de la tradición filosófica inspiradas en posiciones metafísicas - el idealismo y el realismo filosófico, el fenomelanismo, el solipsismo, etc.- caerían, así, fuera del ámbito del conocimiento empírico, ya que buscarían responder a una pregunta imposible.

EPISTEMOLOGÍA EN EL SIGLO XX.

A principios del siglo XX los problemas epistemológicos fueron discutidos a fondo y sutiles matices de diferencia empezaron a dividir a las distintas escuelas de pensamiento rivales. Se prestó especial atención a la relación entre el acto de percibir algo, el objeto percibido de una forma directa y la cosa que se puede decir que se conoce como resultado de la propia percepción. Los autores fenomenológicos afirmaron que los objetos de conocimiento son los mismos que los objetos percibidos. Los neorealistas sostuvieron que se tienen percepciones directas de los objetos físicos o partes de los objetos físicos en vez de los estados mentales personales de cada uno. Los realistas críticos adoptaron una posición intermedia, manteniendo que aunque se perciben sólo datos sensoriales, como los colores y los sonidos, éstos representan objetos físicos sobre los cuales aportan conocimiento.

Un método para enfrentarse al problema de clarificar la relación entre el acto de conocer y el objeto conocido fue elaborado por el filósofo alemán Edmund Husserl. Perfiló un procedimiento elaborado, al que llamó fenomenología, por medio del cual se puede distinguir cómo son las cosas a partir de cómo uno piensa que son en realidad, alcanzando así una comprensión más precisa de las bases conceptuales del conocimiento.

Durante el segundo cuarto del siglo XX surgieron dos escuelas de pensamiento, ambas deudoras del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein. Por una parte, la escuela del empirismo o positivismo lógico, tuvo su origen en Viena, Austria, pero pronto se extendió por todo el mundo. Los empiristas lógicos hicieron hincapié en que sólo hay una clase de conocimiento: el conocimiento científico; que cualquier conocimiento válido tiene que ser verificable en la experiencia; y, por lo tanto, que mucho de lo que había sido dado por bueno por la filosofía no era ni verdadero ni falso, sino carente de sentido. A la postre, siguiendo a Hume y a Kant, se tenía que establecer una clara distinción entre enunciados analíticos y sintéticos. El llamado criterio de verificabilidad del significado ha sufrido cambios como consecuencia de las discusiones entre los propios empiristas lógicos, así como entre sus críticos, pero no ha sido descartado.

La última de estas recientes escuelas de pensamiento, englobadas en el campo del análisis lingüístico o en la filosofía del lenguaje corriente, parece romper con la epistemología tradicional. Los analistas lingüísticos se han propuesto estudiar el modo real en que se usan los términos epistemológicos claves —términos como conocimiento, percepción y probabilidad— y formular reglas definitivas para su uso con objeto de evitar confusiones verbales. El filósofo británico John Langshaw Austin afirmó, por ejemplo, que decir que un enunciado es verdadero no añade nada al enunciado excepto una promesa por parte del que habla o escribe. Austin no considera la verdad como una cualidad o propiedad de los enunciados o elocuciones.

CONCLUSIÓN.

Si la epistemología - el estudio del conocimiento- constituye, por su propia naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente importancia en la ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos fundamentos teóricos ha acrecentado aún más el interés por la misma en el moderno pensamiento filosófico.” 

Hasta aquí llegamos con el artículo, chic@s.

Confío en que, como a mí, os haya resultado interesante.

Ahora buscaré algo relacionado con el postmodernismo que decía JML, y, a partir de ahí, espero -contando con vuestras aportaciones- que hayamos llegado a un fondo de conocimiento compartido a partir del cual podamos llegar a entablar un diálogo, ¿si?...

Un cordial saludo.

4 comentarios

Dorota -

Nosotros no hablamos de la validez de las teorías científicas, querido Jesús M., sino que lo que tratamos es de expresar una realidad.

Y como Bunge, defendemos una visión optimista de la ciencia en continuo proceso de síntesis de acercamiento a la verdad.

Ha sido la tuya, como siempre, una brillante intervención.

Esker’ik asko.

JML -

Con la venia:

Prosigo, o mejor aún lo intento, sin la menor esperanza de que mi apostilla esté a la altura de la primera parte de Dorota.

Dejamos el Círculo de Viena y nos adentramos en el siglo XX...

Karl Popper expuso en su obra “La Lógica de la Investigación Científica” una visión alternativa (y posterior) a la del Círculo de Viena en el que se encuadra a Wittgenstein, Carnap y compañía. Para Popper, el verificacionismo del círculo de Viena no es garantía de que una afirmación es científica, y se hace necesario un nuevo criterio de demarcación de lo que es y lo que no es ciencia.

Para ello propone el falsacionismo. Si una teoría es falsable, entonces es científica; si no es falsable, entonces no es ciencia. Una teoría es falsable cuando lleva implícitas maneras de demostrar su falsedad. Así pues, según Popper, la máxima aspiración de una teoría científica es que sea posible demostrar su falsedad. Es importante comprender aquí que en el lenguaje de Popper decir que una teoría es genuinamente científica NO es decir que es cierta. El lamarckismo es una teoría científica, y falsa. El darwinismo es una teoría científica sobre la que no se ha podido demostrar su falsedad, a pesar de que posee innumerables propuestas para intentarlo, y de hecho se ha intentado, saliendo siempre revalidada, aunque con añadidos y mejoras hasta llegar a lo que hoy se conoce como la Teoría Sintética de la Evolución.

Llegamos así a nuestros días, de la mano del filósofo Mario Bunge, aún no suficientemente conocido. Según Bunge, la propuesta de Popper tiene muchas virtudes y grandes defectos. Según Bunge, “Popper ha sido muy eficaz para combatir el positivismo, pero no logró reemplanzarlo por una filosofía global.”

El filósofo de origen argentino defiende una visión más optimista de la ciencia, en síntesis de acercamiento asintótico a la verdad. Una proposición puede, como dice Popper no ser demostrable (¿cómo haríamos para demostrar algo en todo caso y situación? esto sólo es posible en matemáticas); sin embargo esto no debe suponer, ni filosóficamente, una paralización del éxito de la ciencia a la hora de explicar el mundo, nos acercamos a la verdad mediante modelos cada vez mejor elaborados. Popper es en el fondo un dualista, mientras que Bunge es un monista.

Una buena entrevista a Mario Bunge, para saborear algo de su filosofía está aquí:

http://www.um.es/campusdigital/TalComoEra/Bunge.htm

Saludos a todos, y perdón una vez más por tomar un protagonismo que no me corresponde.

JML

Dorota -

Desde luego que sí.
La haremos compatible con otro artículo que estoy preparando sobre la Teoría del Conocimiento del siglo XXI.
¡Encantada, además!

JML -

Bravo otra vez.

¿Me permites una ampliación referente a las teorías postwittgensteinianas?

(Menudo adjetivo acabo de alumbrar!!!)