EN LA CONCIENCIA ÁVIDA, HABITA EL GOZO
Después de leer a Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi y haciendo mía una reflexión de Agustín de Hipona, he comprendido que en nuestros puntuales enamoramientos, aquello de lo que nos solemos enamorar, o propiamente nuestros enamorad@s, son para nosotr@s auténtic@s generador@s de ideas:
- De ideas que podemos compartir,
- que ocasionalmente valoramos,
- cuya claridad u oscuridad está en ellas mismas,
- que únicamente nosotros somos responsables de su selección,
- en las que solemos depositar nuestra confianza,
- que pueden llegar a expandir nuestra capacidad de amar,
- pero que en ningún caso son capaces por ellas mismas de llegar a colmarla.
Somos por tanto, buscadores de ideas.
De evocadoras ideas de cuya selección depende precisamente, el hecho de que en nuestras ávidas conciencias habite el gozo, puesto que el gozo únicamente reside en la íntima posesión de lo Amado por parte de quien ama.
El gozo se experimenta, pues, tras compartirse con el Amor.
Pero en ocasiones, tendemos a “objetivizar” nuestras ideas:
- a considerarlas un objetivo en sí mismas,
- y a cifrar en su consecución nuestra felicidad,
- sin darnos cuenta de que nuestra capacidad de amar -“esa dolencia de amor” de la que hablaba San Juan de la Cruz- únicamente se colma “con la presencia y figura del Amado”.
Esta posibilidad representa claramente un error, y el error consistiría en no reconocer que,
- cuando amamos,
- no hacemos sino responder a un Amor que “espera” de nosotros, aún en mayor medida que en la que nosotros “esperamos” de Él.
Pues bien.
Aunque no lo parezca, yo creo que de ésto precisamente es de lo que nos habla Benedicto XVI en sus dos cartas encíclicas a las que en mi próximo artículo me referiré.
En la primera de ellas, Benedicto XVI nos decía que “Dios es caridad”.
Definía así la esencia del Amor: un amor en base al cual existimos y hacia el cual tendemos, por cuanto que hemos sido creados para amar.
Nos hablaba con ello, del objeto y del objetivo de nuestro amor,
- porque si Dios es para nosotros caridad,
- es porque en el Dios Vivo y Verdadero, “en el Dios en acto”,
- es donde encontramos el origen y la fuente
- de aquella caridad que entre todos estamos llamados “a poner en acto” para poder compartirnos con Él.
En su segunda encíclica, Benedicto XVI nos remite a una esperanza sustanciada por la fe y alentadora de nuestra caridad.
- A una esperanza “performadora” que dice él, y susceptible por sí misma de motivar la actuación de toda una vida tendente a una auténtica experiencia del gozo, realmente anclada en el Amor de Dios.
Como véis, he utilizado el contenido de este artículo como introducción a uno próximo que pretendo publicar y que, si Dios quiere, llevará por título "LAS VIRTUDES TEOLOGALES EN BENEDICTO XVI".
En él trataré de haceros comprender en la medida de mis posibilidades, qué cosa sea aquello que auténticamente constituye el ya presente gozo de nuestra esperanza.
Confío en que despierte mínimamente vuestro interés.
5 comentarios
Antonio G. -
La cuestión es que se le encuentra, así que mucho ánimo.
Saludos.
dorota -
Nunca podemos amar nada que no conozcamos.
Precisamente reconocerás el Amor en tí mismo, Joaquim, ¡fíjate si será tangible!.
Sólo tienes que ser consciente de que te aman, y dejarte amar.
Pero, si incomprensiblemente no tienes esa vivencia, te diré que no hay mayor causa que la de la ausencia de causa: ésa misma carencia te llevará a buscar.
No te canses, que si algo de credibilidad te merezco, te diré con S. Juan, que quien busca, encuentra.
¡A mí me ha llevado lo mío, no creas!...
Lo de que Dios es "para nosotros caridad" espero tener ocasión de explicároslo en los prolegómenos de mi próximo artículo.
Lo sigo manteniendo, y luego ya me dirás si me das la razón.
Por lo demás, te considero un gran buscador.
Tu afirmación sobre el Amor en el artículo del Enamoramiento, fué sublilme.
Tú ya sabes del Amor, lo que pasa es que eres un impaciente.
dorota -
Primero os presentaré una serie de prolegómenos en base a los cuales luego podréis interpretar y también juzgar mis elaboraciones sobre la Encíclica, ¿o.k.?
Joaquim -
Martika -