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::: Dorotatxu :::

A VECES YO TAMBIÉN SOY WENDY...

En su momento, alguien me llevó al país de los sueños y me enseñó a soñar. Comprendí así el valor de la fantasía, la fuerza de la imaginación, pero decidí volver a mi realidad.
Peter se quedó allí, en su ensoñación.
Una vez casada y con hijos, cada año él nos visitaba. Para él, en el país de la ensoñación, no pasaban los años: seguía siendo un niño.
En una de las ocasiones que estuvo en casa, ya pasados los años de nuestro primer viaje al País de Nunca Jamás, Peter (Peter Pan) se enamoró de mi nieta (también Wendy) y decidió madurar.
Así, ellos también se casaron y fundaron su nueva familia.
Eran muy felices, pero parece que Peter había perdido parte de su alegría.
El motivo era uno: centrado en su progreso material, completamente agobiado por su trabajo y por sus responsabilidades familiares, a Peter se le había olvidado ser niño: a Peter se le había olvidado soñar.
Desde mi madurez, yo sufría porque comprendía el alcance de esta situación.
Una antigua realidad (Hook), una irreal realidad que sólo existía en su imaginación, fue la responsable de que Peter cambiara.
Amenazaba a su familia. Amenazaba a su País de Nunca Jamás.
Se dio cuenta de que, por amor, necesitaba volver a soñar, y así lo hizo, y entonces (enfrentándose a sus temores y a sus agobios) volvió a ser Peter Pan.
Un Peter Pan padre, un Peter Pan esposo, y por cuya familia yo velaré desde el cielo puesto que me tengo que marchar...
(Wendy)
Me sorprendo a mí misma contándoos el sentido de mi sueño de ayer, pero es que me ha hecho reflexionar.
Dejadme ser un poquito esa Wendy (abuela y nieta) que, estando siempre a vuestro lado, os motive para comprender la importancia de soñar.
Un sueño que nos transporte de nuestra realidad cotidiana y en el que, enfrentándonos a nuestros “prevengas” sobre él y a nuestros temores, nos permita ser libres, nos permita volar...
Porque sólo sabiéndonos capaces de volar podremos volver a nuestra realidad cotidiana, a esa familia que todos compartimos (la humanidad) cargados de fecundidad, ¿no lo creéis así?....
Perdonadme este capricho literario.
Sólo pretendía seguir hablándoos de nuestra común-unión con Dios.

4 comentarios

dorota -

Tienes razón, Martika,
... perder el lado tierno-infantil de la vida es mucho peor...
Sobre todo si tenemos en cuenta que ante Dios sólo cabe la infancia espiritual, de lo que me da la sensación que haces gala.

Martika -

No crecer es terrible,pero perder el lado tierno-infantil de la vida es mucho peor!!!

Gorka -

Este final resume muy bien tu escrito:
"Porque sólo sabiéndonos capaces de volar podremos volver a nuestra realidad cotidiana, a esa familia que todos compartimos (la humanidad) cargados de fecundidad, ¿no lo creéis así?....
Perdonadme este capricho literario.
Sólo pretendía seguir hablándoos de nuestra común-unión con Dios."
No tienes que pdir perdón
El día que matamos el niño o niña que llevamos, seremos viejos o viejas.


Peter -

Un saludo Wendy, eres genial.