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::: Dorotatxu :::

LA «THEOTÒKOS»

Ella estuvo allí con nosotros y para nosotros en “el cuando” de la Nueva Alianza (Pentecostés).

Su presencia en Dios y su solicitud justifican el título de Omnipotencia Suplicante con el que le adornamos (ver la argumentación de lo que decimos en el artículo EL REGALO DE UNA MADRE). 

Pero sin duda el título que más singularmente le conviene, es el de ser la «Theotòkos», es decir, “la que dio a luz a Dios”. 

Fue su intervención lo que motivó el origen de la vida pública de Nuestro Señor, y fue también su intervención lo que motivó que la Luz de Dios se hiciera presente entre nosotros, a través de la actuación de su Hijo, el Hijo único de Dios. 

Todos sabemos de su intimidad, y todos sabemos también de sus entrañas de misericordia. A Ella acudimos constantemente como intercesora, y por eso sabemos cuánto le hemos de agradecer.

Por eso tanto hoy como ayer (hoy bajo la advocación de Ntra. Sra. del Pilar y ayer bajo la de Ntra. Sra. de Begoña) acudimos a Ella para agasajarle. 

Es una fiesta íntima, una fiesta del corazón. Es la misma Señora, claro está, y por eso me permitiréis que yo hable de Ella como de “nuestra amatxu” de Begoña. 

Desde hace ocho siglos, generaciones de bizkainos nos llegamos a sus plantas, como a Ella le decimos, “para cantarte” (“zugana kantari”). 

Impresiona ver cómo los txikiteros (cuadrillas de hombres que acostumbran a tomar txikitos de tasca en tasca) cantan a la Amatxu de Begoña. Sus voces son roncas, pero grande su unción. 

Ellos saben, pero nosotros también, que están cantándole a su Madre. A Aquella que vela. A Aquella que consuela. A Aquella que en numerosas ocasiones es causa de su alegría. ¡Cómo no!... 

No necesitan ninguna teoría. Tampoco los romeros que hasta sus pies subimos. Su presencia es entre nosotros una vivencia. Lo sabemos, y por ello cantando subimos hasta sus plantas a agradecer. 

A agradecerle que sea Madre de todos los hombres, bizkainos o zaragozanos, vascos y/o españoles, porque ante Ella no hay baskidad ni españolidad. 

Quien tuvo en sus entrañas y nos dio a luz a la Luz, es también quien con la comprensión y el amor de una Madre, con su sonrisa, muestra a la Iglesia su Luz.

Que Ella nos ilumine siempre. 

Gracias, Madre. Esker'ik asko, Ama. 

 

3 comentarios

Joaquim -

Muy hermoso... si fuese cierto. A mi me gusta imaginármela como una jovencita madre judía a quien le cuesta mucho llegar a comprender a su hijo mayor y que acaba tomando las riendas de la primerísma comunidad postpascual.

eukene -

Tienes razón, Dorota, ante María sólo coge la cristiandad

Gorka -

El comentario de la THEÓTOKOS, me parece muy bueno; es la Madre, la Amatxo de todos, sin distinciones y respetando las singularidades, huyendo de las imposiciones, sino no sería la Amatxo, la Madre de todos; por eso sino tenemos respeto, educación con los que piensan distintos, la fallamos totalmente, es rechazarla como Amatxo, como Madre de todos que a todos quiere por igual partiendo de sus singularidades.