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::: Dorotatxu :::

EL CORAZÓN Y LOS ANDARES DE LA IGLESIA

Me van a permitir comenzar este artículo con el siguiente axioma: “Sólo lo inteligible es capaz de interpretarse, y sólo lo que es auténticamente amable es digno de amor”.

Pretendo a partir de él contrarrestar algunas interpretaciones injustas que tanto algunos miembros de los colectivos de homosexuales, como algunos miembros de la Iglesia Católica, mantienen sobre sus respectivas realidades.

Participando en este mismo blog, podemos considerar la opinión de Teófilo como representativa de hasta qué punto una persona homosexual se puede sentir afectada por determinadas posturas de la Iglesia (ver el artículo “Teófilo responde”), y también a través de este blog puede comprobarse cómo la Iglesia es consciente de que “la cuestión de la homosexualidad es una cuestión muy delicada que ha de ser tratada con extrema atención por parte de los formadores, toda vez que “en torno a ella, en cuanto a su naturaleza y génesis, en las perspectivas de soluciones y en sus límites, no existe todavía un consenso por parte de los estudiosos”.(véase el artículo “Luz para homosexuales y lesbianas”, donde quedan recogidas estas y otras declaraciones del Sr. Amedeo Cencini aparecidas en la revista electrónica Zenit, -publicación ésta que ofrece “una visión del mundo visto desde Roma”-)

Sobre estas opiniones impera y planea la interpretación de la Iglesia, quien tratando de salvaguardar los valores de la familia y de la institución del matrimonio, en ocasiones consigue afectar, escandalizar y apartar a los colectivos de homosexuales de su propia realidad.

En la mesa pues, el material de trabajo a partir del que nos dedicaremos a elaborar.

Con la sincera intención de llegar a un entendimiento, intentaremos hacer inteligible mediante este artículo el ser de la Iglesia a los colectivos homosexuales, para que puedan de ese modo interpretar y en su caso seleccionar, las opiniones que sobre su realidad viertan determinados miembros de la Iglesia, dejando para un artículo posterior el análisis de lo que yo considero el valor que hace auténticos los que aceptamos como auténticos valores de la familia y/o del matrimonio...

Para empezar, quiero decirle a Teófilo que él y yo hablamos de una misma realidad, sólo que mientras yo hablo de su corazón y de aquello que le vivifica, él señala una y otra vez los efectos que le acarrea una cojera coyuntural.

Se podría decir que juego con desventaja, puesto que el corazón de la Iglesia no podemos verlo, mientras que sí podemos percibir claramente sus andares, pero veámoslo o no, la realidad de la Iglesia es sólo una: Es algo vivo, y es algo vivo porque su vitalidad se la infunde el Espíritu de Dios.

Es esa vida la que hace que su corazón lata ininterrumpidamente a través de los contínuos avatares de la historia, y esto es así porque su pervivencia está garantizada por la ilimitada pervivencia de Dios.

Es esa vida también la que se nos participa a todos los bautizados, precisamente porque por haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, somos capaces de acogerla y de vivirla, permitiendo de ese modo que la Vida de Dios viva en nosotros, para mayor gloria del Creador...

Es pues a través del corazón animado de la Iglesia como se manifiesta actuando el poder del Espíritu de Dios, y es de ese modo también como bajo su actuación y mediante nuestras obras, al tiempo que se pone de manifiesto la magnitud de su Gloria, se puede realizar en la historia el proyecto del Creador.

Pero para que esta Gloria sea patente, nuestra actuación ha de ser proclive a su manifestación, y para que su proyecto se lleve a cabo, es necesario que nosotros prestemos a sus designios la atención de nuestra inteligencia, y la adhesión de nuestra voluntad.

Así, es a través de los actos de los seres humanos como la Iglesia animada por el Espíritu de Dios camina, enderezando a través de la historia un rumbo siempre tendente a poner en evidencia la Gloria de Dios...

Esta realidad en ningún caso se ve deformada por el hecho de que a veces sus andares no resulten los más convenientes, puesto que no podemos dejar de reconocer en Ella su pureza de intención y su voluntad de, llegado el caso, rectificar.

Porque ésto es así, en los constantes avatares de la historia la Iglesia trata de medir y de sopesar las circunstancias teniendo claro que hay una serie de valores a defender como parte que son del depósito de nuestra fe.

Entre ellos se encuentra el concepto de familia como célula de la sociedad y como comunidad de vida y amor, en la que éste se comparte en una relación de justicia precisamente como efecto de la voluntaria participación en el amor.

Es aquí donde termino este artículo para pasar en uno posterior que os adelanto se llamará "LA UNISEXUALIDAD DE DIOS" a analizar hasta qué punto nuestra participación en el verdadero amor pueda verse condicionada de uno u otro modo por nuestra condición sexual, pero eso será en otra ocasión...

Os agradezco vuestra atención

2 comentarios

dorota -

Tienes toda la razón, Martika. Yo también opino así. Lo compartible cuando se ama (que es lo auténticamente esencial en una familia), es el Amor.

Martika -

Es increible,que la igelsia mantenga esta postura,cuando por todos es sabido que no hay armarios para tanto cura!!! Polemicas al margen,no creo que la labor de la iglesia sea censurar. Vamos entre los coleguis de Jesus,una era prostituta. Yo desde luego no sere quien tire la primera piedra,ni tampoco la ultima. Y que recuerden que lo importante en la famila es el amor,aunque no haya una señora o un señor!