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LA ABOLICIÓN DEL HOMBRE

Resúmen crítico-evaluativo de La abolición del hombre (C.S. Lewis): Lewis es un autor al que, a lo largo de toda su obra, puede caracterizársele por dos cualidades: Conoce perfectamente las reticencias y el funcionamiento de los mecanismos mentales que utiliza el hombre al plantearse su posible respuesta ante los requerimientos de la fe o de la religión, y como él mismo admite, posee una imaginación “fuera de toda disciplina” La síntesis de ambas y sin duda su largo periodo de búsqueda que desembocó en su conversión tardía al catolicismo (él mismo reconoce en este libro que para llegar al conocimiento de la verdad son necesarios tanto un apego permanente a la misma como un adecuado sentido del honor intelectual), le permiten:   Aventurar las claves del razonamiento de los promotores de una propuesta educativa que Lewis denomina en este libro como Innovadora: Deduce que tratan de borrar todo rastro de los valores tradicionales, replanteándose la educación bajo un nuevo prisma en el que se protegería la mente de los jóvenes contra sus sentimientos. Enfatizan algunos sentimientos (emotivismo ético) sin considerar su “justicia” o “adecuación” intrínsecas en la medida en que les son útiles, creando en los alumnos “por sugestión” mecanismos de reacción ante un tipo de sentimientos más manejables. Se pretende: a) Redimensionar los sentimientos y/o b) Inculcar en el alumno una manera de actuar coherente con un sentimiento cuya auténtica naturaleza se pretende que desdeñe. Con ello se consigue la manipulación del alumno y se le conduce al personalismo y relativismo moral.Consiguen extender la difusa idea de que materias como el juicio de valor, la buena fé y la justicia pueden ser confiados al criterio de los alumnos (si alguna vez fuera necesario hacerlo) en el terreno de lo que se ha dado en llamar “racional”, “biológico” o “moderno”. Los valores se manipulan, cuando no ridiculizan. Analizar los efectos de esta propuesta educativa (en la que se elimina todo rastro de valor objetivo), tanto para la formación del propio alumno (la producción de Hombres Sin Corazón en la medida en que se elimina en ellos la referencia al sentido real y último de los sentimientos, de Hombres Abstractos, como consecuencia de sustituir un autocontrol individual basado en una escala de valores objetiva por la imposición de una norma diseñada por los innovadores-manipuladores, o de No-hombres, porque cuando el hombre acepta tratarse a sí mismo como materia prima, acaba convirtiéndose en materia prima manipulable por los manipuladores), como para la misma sociedad en la medida en que se decida a asumirla (su propia destrucción como consecuencia del dominio ejercido por el hombre no sobre la naturaleza, sino sobre los propios hombres).Formular un diagnóstico del momento actual, caracterizado por la manipulación del hombre por el hombre, por un intento de control sobre los valores del individuo por parte de los manipuladores, por la posibilidad de contar con la protección de un Estado magnificado y omnicompetente, y por el desarrollo excesivamente acelerado para su gusto de las ciencias particulares, quienes, prescindiendo de la consideración de la Humanidad como una única civilización encardinada en el espacio y en el tiempo, persisten en ignorar su causa final y reducen su objeto a lo meramente cuantitativo, desdeñando las propiedades cualitativas, que son las que las hacen ser reales.Instrumentar el concepto de El Tao: Estos resultados son previsibles en la medida en que nos apartemos de lo que Lewis denomina con un término genérico, el Tao, que no es otra cosa que lo que otros conocen como Ley Natural, o Moral Tradiccional, o Principios Básicos de la Razón Práctica, o Fundamentos últimos. Bajo esta denominación, y prescindiendo de que su origen pueda considerarse o no como algo sobrenatural, nos presenta Lewis una serie de concepciones morales tanto de oriente como de occidente y de religiones, tanto cristianas como paganas y judías, que tienen en común lo que nuestro autor denomina Teoría del Valor objetivo, esto es, la comprensión de que ciertas actitudes son realmente verdaderas o realmente falsas con respecto a lo que es el Universo y a lo que es el hombre mismo. El reconocer este valor objetivo, dice Lewis, supone reconocer en la realidad una cualidad tal que “exige” una respuesta, tanto si se la damos, como si no. A estos principios o fundamentos, no puede llegarse a modo de conclusión: son previos a todo razonamiento y premisas de todo comportamiento. Manifiesta Lewis que, salvo que se acepte que el Tao es al mundo de la acción lo que los axiomas al mundo de la teoría, no podrá encontrarse ningún género de principio práctico de actuación, porque nunca habrá un juicio de valor radicalmente nuevo en la Historia de la Humanidad: la mente humana no tiene más poder para inventar un nuevo valor que para imaginar un nuevo color primario. Aunque considera Lewis que el contenido del Tao es susceptible de evolución, nos advierte de que la crítica al mismo ha de hacerse desde su interior (o no será crítica en absoluto), y de la no conveniencia de inquirir sistemáticamente la validez de un valor o de retrasar la obediencia al mismo en tanto la verificamos. Utiliza el Tao como referencia conceptual a lo largo de toda la obra, por cuanto mantiene que el resultado de la educación es completamente distinto si se actúa o no conforme al mismo. En realidad, La abolición del Hombre comienza con una reflexión: Lewis se cuestiona si realmente prestamos la debida atención al contenido de determinados libros de texto destinados a alumnos de los ciclos inferiores de la enseñanza.El análisis de determinados capítulos de lo que él denomina Libro Verde (y otro de un tal Orbilio) le sirven a nuestro autor para denunciar los efectos esperables de una política educativa (la Innovadora) en la que se prescinde de todo rastro de valor objetivo: el relativismo subjetivista. A niños de corta edad, mediante juegos, se les manipula la mente en un sentido negativo, haciendo que, cuando sean adultos y puedan optar por una u otra escala de valores, lleven incorporadas ya concepciones como las de que todas las frases que contengan un juicio de valor hacen referencia al estado emocional del sujeto que las pronuncia, que tales afirmaciones carecen de importancia, o que los sentimientos son despreciables y contrarios a la razón. Además, se estimula a los alumnos a que extiendan el uso de esa generalización, por cuanto que con ello llegarán a ser “tipos listos” a los que no podrá engañárseles con facilidad. Para la propuesta Tradicional (la acorde con el Tao), la pretensión es la de inculcar en el alumno aquellos valores que sean, en sí mismos, adecuados. Los educadores tratan de transmitir un concepto de humanidad del que ellos mismos participan, y el objetivo es formar al alumno (como diría Aristóteles), tanto en lo que se debe como en lo que no, es decir, formar sus conciencias. Pero pese a todo lo que venimos diciendo y antecede, Lewis no se muestra pesimista, y se permiteApuntar una salida: Considera Lewis que la situación no es enteramente nueva, dado que de alguna manera la educación y la cultura han pretendido siempre ejercer ese tipo de control sobre las personas. Considera que el deseo de felicidad prevalece en el hombre (al menos como posibilidad), y no duda de que quienes fundaron la ciencia moderna fueron hombres para quienes su amor por la verdad superaba a su amor por el poder. En realidad, piensa que en todo proceso aglutinador la eficacia la consiguen los elementos positivos y no los negativos, y por eso confía en que el ser humano sea capaz de superar la situación actual mediante un conocimiento filosófico animador de otras ciencias particulares, cuyo objeto material sea toda la realidad, que no explique nada dándolo por descontado, y que cuando hablase de la parte no olvidara el todo. Una nueva Filosofía Natural que sea en todo momento consciente de que el “objeto de la naturaleza” producido por el análisis cuantitativo y abstraccional no es el objeto real en sí mismo, sino un punto de vista cuyo estudio no haría sino aportar datos para su conocimiento “real”, y propiciara la evolución o corrección, en su caso, de tal abstracción.

 

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